Independiente Santa Fe está sumido en la crisis deportiva más grave de los últimos años. Después de un ciclo glorioso, entre 2012 y 2017, en el que ganó títulos de Liga, Superliga, Copa Suramericana y la Suruga Bank, el equipo bogotano está pagando una cadena de malas decisiones y actualmente ocupa el último lugar en la Liga II-2019 y en la tabla de reclasificación.
Así los hinchas cardenales no quieran aceptarlo, para no darle gusto a los seguidores del gran rival, Santa Fe empezó a desplomarse a causa de la final perdida en la Liga II-2017 contra Millonarios. Caer en la final que nadie quería, fue imperdonable y desmotivó a César Pastrana, su presidente y actual máximo accionista.
El primer semestre de 2018 fue muy frío en Santa Fe. Gregorio Pérez tuvo que sortear la vergüenza del subtítulo y la salida de Omar Pérez, el máximo ídolo que se fue a Patriotas cuando no era el momento coyuntural para sacarlo, más allá de su rendimiento y su estado físico. El uruguayo, incluso, se quejó un par de veces en declaraciones a la prensa, porque la comunicación con Pastrana no existía; claro, el directivo se había olvidado del equipo y se dedicaba a gestionar su nombramiento en el Comité Ejecutivo de la Federación Colombiana de Fútbol.
Al irse de Santa Fe para asumir en la Federación, Pastrana nombró a Juan Andrés Carreño como nuevo presidente en junio de 2018. Si bien es hincha confeso del expreso, con títulos universitarios y especializaciones, y con una hoja de vida en la que marcó el paso por muchas empresas, Carreño llegó sin tener ningún tipo de experiencia a cargo de un club deportivo.
El dirigente asumió, pero ya Pastrana había contratado a Guillermo Sanguinetti. Y tuvo que aguantar al uruguayo y su mala campaña. A pesar de que Carreño lo defendió por estar luchando en tres frentes, el entrenador charrúa quedó eliminado en todas las competiciones y, por primera vez después de muchos años, Santa Fe no se clasificó a ningún certamen continental para 2019.
Luego llegaron contrataciones sospechosas, como la de Mateo Cardona antes de finalizar el 2018 y solo anunciada a inicios de 2019. Además, fichó otros jugadores, como Johan Arango, sin importarle la disciplina de la institución; y claro, al final Arango cometió todo tipo de errores y faltas a la convivencia por su comportamiento personal.
Sanguinetti recibió un sorprendente apoyo para 2019, pero el respaldo duró poco: 4 partidos y lo sacaron. Llegó como interino Gerardo Bedoya y Santa Fe tampoco despegó. Y luego, para la Liga II, llegó Patricio Camps, un entrenador que no tenía experiencia en clubes, que nunca había asumido como DT en propiedad y solo tenía como carta de presentación el haber sido uno de los asistentes de José Pékerman en la Selección Colombia.
Además, de los entrenadores, Santa Fe falló al vender a sus principales figuras. Se fueron Leyvin Balanta, William Tesillo, Dairon Mosquera, Yeison Gordillo, Anderson Plata, Wilson Morelo y Baldomero Perlaza, entre otros.
Así, las malas decisiones han marcado un camino espinoso para Santa Fe. Ahora hay que barajar y lanzar de nuevo, con un técnico que asuma en el momento más difícil, con jugadores lesionados y otros en bajo nivel, y con un momento económico que preocupa a dirigentes e hinchas.