Dicen en Inglaterra que dos veces, , al menos, hablaron Carlo Ancelotti y James Rodríguez antes de pactar la llegada de este último a Everton, un acuerdo que está a horas de la confirmación oficial.
El diario The Telegraph, que dio la primicia, asegura que este lunes la charla giró en torno a lo que el italiano espera de un fichaje que tiene todos los rasgos de estelar para un equipo sin el músculo financiero de otros de la Premier League, alejado de todos los puestos protagónicos (puesto 12 de la tabla), rayando en una temporada 2019/2020 decepcionante.
No es como llegar al Real Madrid, el campeón de campeones en España y en Europa; no tiene nada que ver con un Bayern Múnich intratable en Alemania y que ha dado el salto de calidad en una Champions que coronó su asombroso ascenso, no es ni siquiera un Porto, que al menos peleaba con Benfica los puestos de privilegio en una liga que no clasifica entre las cinco mejores del Viejo Continente. Es más un Mónaco, un equipo llamado a remar desde atrás, a dar alguna sorpresa, a arañar un puesto europeo como gran motivación.
En Liverpool ya no tendrá los focos sobre su vida privada o sus horas libres y eso puede ser bueno, si es que sabe lidiar con el anonimato. No se parece a Madrid, no es el frío de Múnich -el del clima ni el de la gente que tanto le costó- y la realidad es que está a años luz de Medellín.
Pero es que ya no son esos factores externos lo relevante. Ahora, un equipo urgido de su talento y un técnico arriesgado como ningún otro son lo fundamental: "Rodríguez está decidido a revitalizar su carrera, que ha decaído desde que ganó la Bota de Oro por ser el máximo goleador de la Copa del Mundo de 2014, lo que le valió su paso a Real Madrid", escribió el citado diario sobre lo que se espera de él en Inglaterra.
James debe entender que la pócima de felicidad en la que se ha convertido Carlo Ancelotti para él tiene fecha de caducidad. Saber que cuando lo salvó del suplicio, en 2017, no tenía mucho que justificar pues su referencia eran solo éxitos en aquel 2014/2015 en el que la confianza se devolvió con goles, asistencias, títulos, resultados comprobables. Pero hoy la historia es distinta: el DT italiano apuesta su cabeza por un jugador sin continuidad, aquejado por las lesiones, duramente criticado por un Santiago Bernabéu que lo adoraba y ahora solo quiere verlo fuera, un fichaje con más luces que sombras que encima cuesta 25 millones de euros y 4,5 millones en salario al año. ¡Una inversión brutal!
Para Ancelotti no hay mañana: el colombiano funciona, se adapta rápido y dispara su estadística desde la primera temporada, o será su cabeza la primera que corten en Everton. No habrá proceso ni paciencia sino exigencia pura y dura para el gran refuerzo de la temporada y para quien echó a andar la costosa máquina de su contratación.
Pasaron seis años y ríos de justificaciones desde aquella primera idílica relación entre 'papá' Carlo y James. Este es el último tren, el momento de pasar de los mimos a los argumentos, la última bala en el tambor. Si no funciona ya no habrá más paternalismos y será el propio italiano el que active el botón de eyección del avión. Ahora James, ahora es cuando es.