¿Quién se puede creer que es una simple coincidencia? Falcao García y James Rodríguez, sentenciados en sus clubes, sin ofertas para seguir sus carreras, mayores ya para competir con las nuevas generaciones, buenos sí pero víctimas de las constantes lesiones y encima costosos. Por si hiciera falta, ambos están fuera de la Selección Colombia y con urgencia de regresar. No puede ser accidental.
El periodista Roberto Antolín se animaba hace poco a una hipótesis que vale la pena considerar: "Jorge Mendes arruinó las carreras de Falcao y James", dijo -sí, otra 'coincidencia' es que los dos tienen el mismo representante-. Su teoría se sustenta en que, justo cuando Falcao era la estrella de la Liga de España y James se abría paso en el mejor equipo de Alemania y uno de los mejores del mundo, el portugués los manipuló para firmar por dinero más que por éxito. Lo dicho, hay que considerarlo.
Pero también hay que decir que cuando despuntó en Porto y ganó e impuso récord goleador en la Europa League, el único que le creyó y puso los 40 millones de euros por él fue el Atlético de Madrid, por gestión de Mendes. Es verdad que, otra vez campeón continental y gran figura, prefirió llevarlo a Mónaco, a una liga como la francesa que está un escalón abajo en competitividad y no al Real Madrid, que al parecer lo quería pero nunca ofertó. Acabó en el Principado porque allí había 45 millones de euros de transferencia y una jugosa comisión, sí. Pero aún entonces, cuando vino la grave lesión de ligamento, le consiguió 'pasantías' en Manchester United y Chelsea, sin que el samario pudiera aprovecharlas para valorizarse. Por eso acabaría, a cambio de 10 millones, en Galatasaray de Turquía.
Igual en el caso de James, que es mucho más reciente: en 2010 lo sacó de Porto y lo llevó, vaya casualidad, a Mónaco, que no estaba mal para un chico de 20 años: lo traspasó en 45 millones de euros pero después lo puso a valer 75 millones, lo que pagó Real Madrid. Un detalle: lo que lo valorizó no fue Mendes, sino el Mundial de Brasil que jugó con Colombia, en el que fu goleador. Y una vez allí se volvió paño de lágrimas: lo sacó en 2017 porque el muchacho pedía a gritos un salvavidas, que tenía el escudo del Bayern Múnich, y una vez allí fueron más el frío, el idioma, la total falta de adaptación lo que lo expulsó de nuevo hacia Madrid y hacia Zidane, y ahí no pesaban ni Mendes ni nadie. Fue todo error del zurdo, que pagó en 2020 con el ninguneo y que acabó en otra salida desesperada, con el buen samaritano de siempre, Carlo Ancelotti, llevándolo a Everton. Si hubo algún mérito aquí del agente portugués fue lograr que la transferencia fuera gratis, es decir convencer al Real Madrid de dejarlo ir.
Y aquí estamos, con dos historias cruzadas de jugadores que tienen claro su presente pero no su futuro: ambos saben que no jugarán en Galatasaray ni en Everton, respectivamente, porque sus entrenadores habrían tenido el detalles de informarles que busquen equipo; de lo que no tienen ni idea es de dónde continuarán sus carreras.
Es entonces cuando Mendes, si es que tuvo alguna culpa en arruinarles la carrera por privilegiar sus comisiones, tiene la ocasión de la revancha: a Falcao le debe conseguir un equipo, puede ser incluso en la MLS; que le garantice un par de años de contrato a pesar de que lleva dos temporadas de lesión en lesión, tiene 34 años y además cuesta cerca de 5 millones de euros por año. Lo de James parecería más sencillo porque tiene la ventaja de 30 años recién cumplidos y un talento de prestigio mundial, pero en contra le juegan los mismos problemas físicos recurrentes de 'El Tigre' y una incómoda mala fama por su supuesto complejo carácter, que ya lo hizo alejarse de Zidane, Kovac y, adivinen quién, Rafa Benítez, actual DT de Everton.
Son dos clientes muy importantes en un portafolio de Gestifute (la empresa de Mendes) que tiene 149 jugadores y unas ganancias, solo por la vía de comisiones, de 88 millones de euros, una buena tajada producto de los 103 millones y los 140 millones que han movido en sus carreras, respectivamente, Falcao y James.
Y ahora necesita acomodarlos. Ya lo hizo antes con relativo éxito, pero lo de ahora es perentorio. Los excapitanes de la Selección Colombia buscan desesperadamente meterse de nuevo en el radar de Reinaldo Rueda para las Eliminatorias a Catar 2022 (vuelven en septiembre), que puede ser, tranquilamente, la última Copa Mundo para los dos. Tienen que hacer el curso completo y dar una mano desde la clasificación. Lo saben y por eso se van a jugar todos sus restos, aunque no lo digan públicamente.
Está en manos de Mendes, antes y ahora, la salvación final, el último bote salvavidas, la única bengala del barco. Y no tienen otra que confiar en el portugués, que aunque sea por plata necesita encontrarles un club que les garantice continuidad, así no sea en la élite que sueñan. Al final, si Rueda llama jugadores de Arabia, ¿qué es lo peor que puede pasar?