Entonces, se queda. Si fue porque se precipitó, porque descubrió tarde que no había opciones en el mercado, porque estaba en riesgo su permanencia en la Selección Colombia, por todo junto o nada de eso, por lo que haya sido... James Rodríguez seguirá en Sao Paulo porque tiene contrato vigente. Y eso es lo único verificable.
La novela que se tejió desde que la prensa brasileña anunció su voluntad de irse, cansado de esperar una oportunidad de jugar que ha sido esquiva ya con dos entrenadores (Dorival Jr y Thiago Carpini), al parecer habló con la directiva para resolver amigablemente la finalización del contrato. El problema fue, justamente, que esa buena voluntad quedó en nada por un tema económico, al parecer una deuda por derechos de imagen que rondaría los 2 millones de dólares. Y ahí quedó todo.
Pasaron dos semanas y él seguía entrenándose, como corresponde a su vínculo laboral, mientras sus asesores exploraban el mercado en busca de una oportunidad. Ese habría sido el segundo escollo: las ligas europeas, incluso las de segundo nivel como Turquía, ya cerraron, con la MLS el interés nunca ha sido mutuo y ni en Argentina ni en Colombia hubo alguna intención real de contactarlo. La realidad de la poca continuidad era mucho más halagüeña que el entrenamiento en casa, en Medellín, sin la ilusión al menos lejana de la competencia. La calle está dura, incluso para James.
Suponiendo que Sao Paulo quiera seguir esperándolo, que Carpini encuentre una manera de insertarlo en su esquema, que el grupo, que ha sobrevivido sin él, pueda aprovecharlo y que, más que todo eso, que él pueda estar sano y disponible, ahora su reto es enorme. No por la salida en falso o por algunas críticas exageradas, como aquella del 'jugadorcito mediocre' de Neto, sino porque sus registros son verdaderamente decepcionantes.
Desde su llegada, en agosto de 2023, jugó apenas 14 partidos, con números dispares: 1 gol, 3 asistencias, 168 minutos para gol, 1,2 pases clave por partido, 77 por ciento de regates completados, 51 por ciento de duelos ganados y 89 por ciento de precisión en el pase.
Las estadísticas, como diría Lillo, no son contundentes: alguien puede pensar que el índice de regates es muy bueno, pero es que en tan pocos partidos necesariamente iba a estar por encima de sus colegas y eso no implica que haya sido convincente. Lo que molesta en Brasil es que esos números están a años luz del gran nivel que uno de los jugadores mejor pagados del país tiene casi destinado solo para la Selección Colombia.
James Rodríguez en Sao Paulo
Foto: Sofascore para Futbolred
Pero lo que juega aún más en contra de James es que Sao Paulo sabe que, si decide darle una oportunidad más, corre un riesgo enorme: sus lesiones tan seguidas, que según el propio técnico Thiago Carpini "son crónicas" y "están afectando su parte mental", pueden ser un lastre muy difícil de arrastrar y podrían incluso lamentar que no se finalizara amigablemente ahora su costoso contrato.
Y es que los bajones de rendimiento vienen desde 2019 y han sido la constante en sus últimos cinco equipos: Real Madrid, Everton, Al Rayyan SC, Olimpiacos y Sao Paulo. Si se suman todos eses clubes, el zurdo apenas ha podido disputar 95 partidos, según confirmó el Vbar de Caracol. Ojo al tremendo lunar: suma más ausencias, 134 hasta ahora, que encuentros en los que haya estado disponible. De hecho, en estos últimos años ya suma 17 lesiones, que lo han marginado demasiado tiempo y han hecho que el terreno que gana con sus clubes, se pierda de un momento a otro.
Así que la necesidad es apremiante: si se queda tiene que demostrar que vale la pena para él pero también para el club. Un nuevo paso en falso ya no se lo van a aguantar.