América de Cali se enfrenta a una crisis profunda, a un laberinto que no parece tener salida, a una presión que partido a partido lo ha superado.
"Yo no estoy tranquilo, nosotros nos estamos ocupando y estamos todos los días en eso. Nos vamos ahorita a reflexionar, lo que sí está claro es que el nivel de juego no es el problema como lo quieren hacer ver, el problema es que no la hemos metido y eso nos genera una desconfianza que nos desespera. Es más emocional, pero tenemos que entender que es fútbol y necesitamos tranquilidad”, decía César Farías hace unos días, tras perder contra Pereira, reflexión que bien puede aplicarse a la reciente eliminación de la Copa Sudamericana a manos de Alianza FC.
Desconfianza, falta de tranquilidad, todo muy emocional dice el estratega. ¿Suficiente para explicar el desinfle desde la victoria contra Atlético Nacional hasta las dos victorias, los tres empates y las cinco derrotas que representan un 30 por ciento rendimiento? ¿Son las malas decisiones de los jugadores la única explicación a los 7 partidos consecutivos sin conocer la victoria?
Absolutamente no. La realidad es que América perdió lo mejor que tuvo en la pasada administración de Lucas González, prácticamente con la misma base del DT bogotano, y fue su potencial ofensivo: hoy, bajo la era Farías solo ha marcado 9 goles (4 de ellos a Nacional) y tiene serios problemas de elaboración, aunque el venezolano no lo entiende así pues destaca que su equipo crea mucho y no convierte. La única ficha nueva es Michael Barrios, quien apenas ha sumado minutos y no ha sido definitivo.
El otro gran defecto viene del semestre pasado y no se resolvió: volvió Joel Graterol, llegaron a la defensa Daniel Bocanegra y Andrés Mosquera, y el América sigue siendo un equipo muy débil en su zona posterior, permeable con jugadores lentos en el retroceso y muy partido en el medio, donde la ausencia de Juan Camilo Portilla, a la luz de los resultados, pesa de una manera que nadie ha podido descifrar.
El equipo de Farías sufrió goles de 8 de los 10 equipos que enfrentó, lo que deja en evidencia que el problema no es solo la última puntada en el arco rival sino la seguridad en el propio.
Es verdad que el timonazo de sacar a Lucas González a tres días del inicio de la Liga acabó con Farías al frente de un barco muy pesado en una agitada tormenta. También lo es que las condiciones para él fueron claras desde el primer momento y no puede escudarse ahora solo en la falta de tiempo.
El crédito se ha ido acabando para el experimentado DT que la actual administración veía como una fórmula mágica de efecto inmediato. Si no hay resultados pronto para aliviar el dolor de la eliminación del torneo internacional, que era prioritario, el ciclo terminará tal vez antes de haber comenzado.