Rubén Israel descansaba en Uruguay mientras que su agente, Lucas Domenech, recibía propuestas para continuar su carrera como estratega. El charrúa, que fue anunciado oficialmente este miércoles como nuevo técnico de Millonarios, dirigió por última vez en el Barcelona de Guayaquil, el pasado 28 de junio.
A Israel le gusta tener una buena relación con los aficionados del club que representa. Dejaba que los socios e hinchas acudieran a los entrenamientos del equipo, se saludaba con ellos al final y acostumbraba tomarse fotos con quienes querían.
Afianzó su lazo con los barcelonistas luego de protagonizar una pelea en un aeropuerto peruano, cuando hinchas de Alianza Lima recibieron a los jugadores guayaquileños lanzándoles huevos. Ambos equipos se enfrentaron por la Copa Suramericana del año pasado.
“Siempre voy a defender a mi familia y hoy Barcelona es eso para mí”, mencionó entonces el entrenador. Ese episodio y el del rendimiento que tenía el equipo en el torneo local –era puntero– le dieron a Israel un lugar privilegiado en el barcelonismo.
Su imagen se empañó tras haber perdido la final del campeonato ecuatoriano 2014 con Emelec, rival tradicional de Barcelona. Desde entonces, los cuestionamientos a sus planteamientos tomaron fuerza.
Las principales críticas que recibía Israel radicaban en el cambio que sufrió su sistema de juego. Pasó de ser vistoso, con muchos pases, a defensivo y mezquino con el espectáculo.
Al final de su periodo solía usar cuatro zagueros, cinco volantes y solo un delantero. Mantenía esa alineación aun cuando jugaba como local ante equipos de mitad de la tabla. Eso hacía que la afición le reclamara desde las graderías y que la prensa hiciera eco con sus decisiones tácticas.
Al inicio de su periodo, Israel buscaba que su equipo atacara desde las bandas, exigía que los jugadores realizaran diagonales en territorio rival o que mediante centros buscara la única referencia de área. En sus últimos tres meses, los canarios centralizaron sus acciones ofensivas. La presencia de un enganche como Brahian Alemán y el cambio del 30 por ciento de la plantilla obligaron al uruguayo a cambiar la estrategia. Apostó a remates de media distancia y transiciones con pases largos.
A mediados de la primera etapa de este año, cuando Barcelona no escalaba de la quinta casilla, los aficionados realizaban plantones fuera del estadio Monumental para reclamar. El técnico daba la cara y detenía su vehículo para escuchar las demandas de los aficionados. Con los hinchas nunca perdió los estribos. Escuchaba los insultos desde las gradas, pero no los contestaba. En rueda de prensa defendía el derecho de los hinchas a protestar.
Su relación con los medios de comunicación fue cambiante desde su llegada hasta su partida. Al inicio, una excesiva cordialidad fue su sello personal en ruedas de prensa; eso cambió conforme las críticas hacia su trabajo empezaban a tener repercusión. Limitaba el número de preguntas en las conferencias o simplemente no asistía.
A su preparador físico, Nicolás dos Santos, le da la responsabilidad de apuntalar el rendimiento muscular de su equipo. Él es su mano derecha y juntos preparaban los itinerarios de trabajo semanal. “Es un hombre dedicado a su trabajo, lastimosamente los resultados no se le dieron este año”, dijo el presidente de Barcelona, Antonio Noboa, quien tenía la intención de renovar el contrato de Israel, en junio.
Sin embargo, tras una reunión de directorio, se decidió buscar reemplazo para el uruguayo, quien está listo para regresar a Bogotá, seis años después de su frustrado paso por Santa Fe, en el 2009, donde no alcanzó a debutar.
Ronald Ladines
Redactor El Comercio
Ecuador
GDA

Rubén Israel, DT uruguayo y quien dirigirá a Millonarios.
Foto: Tomada de http://www.mundonets.com/