A partir de ahora el nombre de Julio Comesaña no identificará más a un uruguayo. Será, para siempre, el más ilustre de los barranquilleros, el artífice de la octava estrella, el hombre que en su octavo regreso logró la octava estrella.
Comesaña ha sido anunciado como DT de Junior en 1991, 1992, 1997, 2002, 2008, 2014, 2017 y a mediados de este 2018.
Llegó unas veces a apagar incendios, otras a hacer un favor a sus amigos, la familia Char, que es propietaria del club, y últimamente a hacer realidad su propio sueño: un nuevo título de Liga y un título internacional.
Infortunadamente, este último objetivo se le fue de las manos contra Atlético Paranaense, en una definición por penaltis que hoy nadie quiere recordar. Por mucho que la mereció, la hazaña de alzar dos trofeos en una misma semana se le resistió.
Esa tristeza y aquella de 1994, cuando armó un plantel que estuvo a un penalti de llegar a la final de la Copa Libertadores, seguirán siendo asignaturas pendientes.
Comesaña llegó a Colombia para dirigir a Millonarios en 1972 pero su destino final era el calor abrazador de Barranquilla, donde ganó un título como jugador, en 1977, y dos como técnico, la Liga en 1993 y la Copa Colombia en 2017.
Ahora nadie piensa en verlo lejos de Junior de su corazón, que lo quiere como manager si es que decide no seguir siendo el DT. Es su casa, lo ha sido en ocho ocasiones hasta este momento de feliz de volver a coronarse campeón. Comesaña, 'Pelo e burra’ como le decían en secreto y ahora lo llaman en público, es ciudadano de honor. A sus 70 años ya no tiene que pensar a dónde irá.