Una suma de virtudes tiene a Colombia festejando un durísimo triunfo 1-0 contra Senegal, que abrió la puerta de los octavos de final en la Copa Mundo de Rusia 2018.
1. Saber sufrir. Parece un lugar común, pero ha cobrado en Samara todo el sentido: Colombia perdió a James a la primera media hora, no encontró la pelota, padeció especialmente en el sector derecho del campo, no tuvo una nueva noche de inspiración de Cuadrado, no logró acomodarse nunca. Y a pesar de todo entendió que no sería otro derroche de lujo y pasó a luchar a brazo partido cada balón, se jugó la vida en cada cierre, se obligó a ocupar espacios que parecían imposibles y se apegó al libreto de cerrar los caminos por fuera y prodigarse para ocuparlos por dentro. No siempre se gana con magia pero siempre se gana con lucha. Y así lo hizo Colombia en Samara.
2. Yerry Mina, goleador de Colombia. La carta defensiva, pero sobretodo ofensiva que ha encontrado la Selección Colombia en Yerry Mina es un mensaje cariñoso al otro lado del continente. Si Valverde, es con usted. Llegó sin ritmo al Barcelona y, aunque cueste admitirlo, sin confianza. Pero en Rusia encontró su mejor versión, con un sentido de la oportunidad frente al arco rival que se le conocía desde Pasto y Santa y Palmeiras pero que en Kazán y en Samara encontró su punto más alto. ¡Literalmente!. No necesita saltar mucho desde sus 1,95m de estatura pero necesita saltar bien. Así como en sus dos goles en el Mundial, como dicta el manual. Saludos, de pie, al artillero colombiano.
3. Mismos hombres, más puestos. Llamaron la atención las constantes rotaciones de los jugadores a partir de la salida de James de la cancha. Por momentos fue Sánchez un central más para permitir la salida de Mina; por instantes cambiaron la ‘Roca’ y Mateus de perfil para alternar el tremendo trabajo que daba Sané por la derecha y desde el inicio del segundo tiempo cambiaron puestos también Dávinson Sánchez y Mina, el primero a la derecha, el otro a la izquierda. Lo hizo bien Pékerman, que entendió que el campo se inclinaba de un lado y repartió los esfuerzos. Punto para el DT. Uno más.
4. Quintero, más ‘10’ que nunca. La ausencia de James no será nunca un mal menor para Colombia. No somos, ni de lejos, el mismo equipo sorprendente cuando él no va a la cancha y eso no admite la más mínima discusión. Pero hay que celebrar que, sin pretender hacerle sombra, emerge Juan Fernando Quintero en toda su dimensión de creativo para reemplazar. ¡Y lo reemplaza! En Samara corrió lo indecible, hasta fue al choque con los potentes africanos y se sacrificó como nunca antes, no en este Mundial sino en toda su carrera. Y más que eso entendió lo que pedía el partido: la disciplina africana no iba a permitir la conexión con Falcao y la opción era la pelota quieta. Así llegó el gol.
5. El corazón. Dirán que no juega, que un sentimentalismo no resuelve un partido, que no se gana de buenas intenciones. ¡Y se gana! Se hace como en Samara, echando mano del amor propio cuando juega todo en contra y hay que vestirse de obrero antes que de héroe. Pregúntenle a David Ospina. Este equipo se juega entero, ya no hay duda. Y su ambición es del tamaño de su corazón.
Jenny Gámez
Editora FUTBOLRED
Enviada Especial
Samara