Se fue Míchel. Fue la peor noticia posible. Renunció y no fue una consecuencia de algún mal resultado o algo relacionado con el rendimiento: él quiso irse.
Para James Rodríguez ha debido ser un balde de agua helada, pues no hace mucho se fue también Marcelo, el amigo que le alivió el aterrizaje en Grecia y que influyó incluso en su fichaje.
Pero es peor porque el que se fue es el jefe, el que parecía hecho a su medida, por su conocimiento de primera mano de lo que hizo el zurdo con la camiseta del Real Madrid, porque es un creyente en la figura del 10, porque no es un DT apegado al despliegue físico sino que le da un lugar de privilegio al talento.
"No es solo su pierna. Es el conocimiento que tiene. Es raro encontrar un jugador tan completo. No es un jugador tan rápido pero siempre está cerca del balón. Estamos muy contentos porque aplica lo que le decimos tanto en ataque como en defensa. Él sabe muy bien lo que estamos tratando de hacer con él. Y espero que él también sea feliz conmigo (risas)”, decía recientemente Míchel sobre su creativo.
Fue eso lo que hizo que James, volviera a creer, antes que nada, en su fútbol. El que se fue es el DT que lo recuperó para el fútbol competitivo después de los días aciagos que pasó en Al Rayyan de Catar, a donde fue solo por dinero y en un año jugó solamente 15 partidos y marcó 5 goles, pues pasó, especialmente en los últimos meses de su contrato, la mayor cantidad de tiempo lesionado.
Con Míchel en el banquillo la realidad fue muy distinta: el 10 jugó 20 partidos oficiales (16 de titular) entre Superliga y Copa de Grecia, con balance de 5 goles y 5 asistencias, en siete meses defendiendo la camiseta de Olympiacos.
James se queda sin su más importante aliado justo ahora que hay rumores sobre un posible paso al fútbol de Turquía, al Besiktas.
¿Qué podrá hacer Olympiacos para darle un entorno ideal al fichaje estrella que le queda? Para empezar es clave un DT que hable el mismo idioma de James y no solo en lo que tiene que ver con el español: debe entender que es un jugador que no le dará despliegue físico de jovencito, que no apoyará la marca en idéntica medida que el resto de la nómina, que necesita pausas para recuperarse de sus constantes problemas musculares y socios para que sus desplazamientos no conspiren contra la mágica precisión de su pase.
El perfil, en el fútbol moderno y especialmente el europeo, con su dinámica constante y su exigencia física, es difícil de encontrar. Por eso es tan delicado la salida de Míchel pues los cambios de entrenadores, en Real Madrid (de Ancelotti y a Benítez y Zidane), en Bayern (de Heynckes y a Kovac) y en Everton (de Ancelotti a Benítez) siempre le jugaron en contra. Esa es la razón de la gran incertidumbre.