Sebastián Villa ha decidido pelear con Boca Juniors. Y habría que empezar por decir que, más allá de las interpretaciones y los gustos, es un derecho que tiene como trabajador, más que como futbolista. Pero al elegir ese camino corre unos riesgos que pueden darle armas a su actual club para hacerle daño. Al final es una partida de ajedrez: cada ficha se mueve calculando todas las consecuencias, sabiendo que el jaque mate lo sufrirá el primero que cometa un error.
Primero, los hechos: Sebastián Villa no se presenta a los entrenamientos de Boca Juniors desde el pasado 30 de julio, a pesar de tener contrato hasta 2024. Dicen en Buenos Aires que sacó todas sus pertenencias, se despidió de sus compañeros y le explicó al cuerpo técnico que se va porque siente que el club le mintió, que no le cumplió la promesa de dejarlo ir si había una oferta superior a los 5 millones de euros iniciales de Brujas de Bélgica, club que habría ofrecido hasta 7 millones por él.
Del lado de Boca, el presidente Jorge Amor Ameal ha anunciado que la actitud del colombiano es inaceptable y que el caso está ya en manos de los abogados por incumplimiento del contrato. Sucesivamente han ido hablando las figuras, Jorge Bermúdez incluido, de la molestia que causó el jugador en el interior del club, de la decepción pues se mostraron comprensivos en el pasado cuando se vio involucrado en un presunto caso de violencia de género contra su expareja Daniela Cortés (está pendiente de un juicio oral en Argentina) y la dificultad de negociar en esos términos de presión que él mismo les planteó.
Así están dispuestas hoy las fichas en el tablero, con el detalle adicional de que el futbolista estaría en Colombia, acompañando a su madre en una crisis de salud, lo cual habría dejado claro en una carta enviada al club. ¿Cuál debería ser la siguiente movida de cada protagonista? FUTBOLRED consultó a Andrés Charria, abogado deportivo experto en este tipo de disputas, sobre la estrategia que debería seguir cada uno.
¿Qué debería hacer Boca para presionar a Villa?
"Normalmente el jugador que se quiere ir se va, más en Suramérica, donde no se puede competir con tanto dinero ni los jugadores cuestan tanto. Yo en el lugar de Boca negociaría una salida para intentar ganar algo", empezó diciendo.
"Boca tiene que presionar al jugador para que cumpla su contrato, que la mamá esté enferma puede ser justa causa por ejemplo para suspender el contrato y esperar a que el jugador vuelva. ¿Cuál sería una estrategia? Mantener el contrato vigente hasta que cierren las inscripciones en Europa (finales de agosto) y el jugador no se pueda ir. Decirle, por ejemplo: señor Villa, vaya con su madre, suspendemos el contrato por una calamidad doméstica y cuando usted quiera reintegrarse lo hace, con lo cual se le da una licencia no remunerada y se mantiene el vínculo pero mediando un pacto con el jugador, eso es clave. Incluso puede ser el pago de un porcentaje, pero es fundamental tenerlo con contrato de trabajo vigente, de otra manera el jugador se va".
Las amenazas con abogados y la presunta fecha del 18 de agosto como día obligatorio de regreso podría no tener un buen efecto: "No se puede amenazar con un despido porque estaría feliz de quedar sin contrato y esto acabaría en un pleito que no es fácil. Es más barato pagarle el salario y acordar unas condiciones para esperar a que llegue. Boca debe manejar con mucho sigilo el contrato, decirle tiene que estar acá puede ser contraproducente".
¿Y qué debe hacer Villa?
"El jugador tiene que tensar la cuerda y esperar. Los directivos suelen enfurecerse, amenazar con despidos o sanciones, pero el jugador lo único que debe hacer es aguantar hasta salir. Yo diría que están apostando a que Boca cometa un error para dar por terminado el contrato por justa causa", explicó.
Y es que la Ley juega, generalmente, del lado del trabajador, salvo en casos muy excepcionales: "mi derecho como trabajador es irme de mi trabajo cuando yo quiera. Existen maneras de compensar a un club que son las cláusulas de rescisión, pero eso se puede discutir porque, al menos en Colombia, son abiertamente ilegales", señaló.
El tema es que en Argentina no lo son y que el jugador tiene una cláusula de 40 millones de dólares, lo que lo pondría en un escenario distinto: "él puede ir a FIFA porque es colombiano y trabaja en Argentina y ahí se cumple la condición de un conflicto laboral de dimensión internacional, ahí puede pedir que le permitan salir pero no sobre la cláusula de 40 millones, cualquier juez entiende que esa es una cantidad abusiva", añadió.
El riesgo para Villa, en el peor escenario, es claro: "necesita un abogado con una estrategia clara porque el riesgo es que no es tan fácil para el posible club de destino la contratación de un jugador que esté en un conflicto con otro. Los equipos lo evalúan, ven si vale la pena entrar en ese conflicto, en este caso con Boca, eso depende de la calidad del jugador, de saber si vale la pena correr un riesgo alto".
A manera de ejemplo, en el ámbito local, está el caso de Rafael Carrascal, quien tensó la cuerda siendo jugador del Tolima hasta que convenció al América de Cali de apostar por él. ¿Resultado? Fue campeón de la Liga. ¿Conclusión? Valía el esfuerzo. "Tiene todas las de ganar el jugador", concluyó Charria. Habrá que ver hasta dónde tensa la cuerda y qué respuesta tiene de su actual club, que por ahora no quiere saber de razones. La novela apenas está empezando.