Luis Díaz se estrenó en Liverpool pero casi ni se notó: al atrevimiento, la disciplina, al sacrificio y la comodidad con la que juega el atacante solo le faltó el gol. La victoria 2-0 tuvo el sello de Diogo Jota pero Anfield y el guajiro se dejan querer en este primer juego, que quedará en el recuerdo.
En el primer minuto le quedaba la primera opción pero en vez de rematar quiso buscar compañía y... Bueno, luego lo tachaban de individualista y para el novato no es el mejor escenario. En todo caso se le escapó la opción. Y a los dos minutos cometía falta en su pulso con Justin que se iba a repetir todo el juego y a los 11 de nuevo él por la banda izquierda, metía un centro que no encontraba a nadie, misma historia a los 13 minutos. Tenía actitud, faltaba encajar un poco mejor en el rompecabezas... y es normal.
Igual podía ser el hombre que más tocaba la pelota en el local al ataque, con Firmino y Jota en segundo plano, a los 26 robaba una pelota para abrirla preciso a Alexander-Arnold y as, pidiendo el balón y mostrándose, como corresponde, era el debut del nuevo de la clase.
El gol llegaba en una pelota parada a los 34, entre Van Dijk y Jota, el que hasta ese momento parecía inédito. Esas cosas del fútbol...
Se iba al costado derecho y se asociaba con Alexander-Arnold allá le tiraban un balón al que no llegaba por un fuera de lugar, pero volvía a su banda natural al cierre del primer tiempo. Mucho, mucho esfuerzo, a la espera de frutos en el complemento.
A los 57 ya no fue tan solidario el colombiano y se animó a su primer remate, que pegó en un zaguero y salió abierto: no fue gol pero valió un sonoro aplauso. Y a los 68 otra vez lo pillaron libre y enfiló al arco, con un final otra vez apenas desviado.
La confirmación de la sospecha de amor a primera vista con Anfield llegaba a los 77 cuando tomaba el balón que venía de estrellarse en el travesaño, cortesía de Salah, y metía un hermoso derechazo que tapaba Scmeichel como podía, de puñetazo... ¡tenía que ser un golazo! Y lo sabía el público que saltó de las sillas para aplaudirlos a sus dos atacantes.
¡Manos a la cabeza a los 81 cuando otra vez se iba encima Díaz, libre recibía el pase de Salah (¡hágame el favor!) y le metía entre las piernas el balón al portero, quien de pura suerte lo amortiguó y por pura mala fortuna no gritó su primer tanto!
Y a los 89 el aplauso fue aturdidor para Diaz en Anfield y el abrazo en la raya con Klopp antes de la entrada de Minamino, fue su premio en un partido al que solo le faltó el gol... que no es poco. No luce pero brilla igual el colombiano, que juega como en el patio de su casa, adaptado, disciplinado, cómodo... sencillamente feliz.