Colombia, sin volante 10: la exitosa apuesta de Queiroz que marca ruta

El DT de Colombia no reemplazó a James y el resultado del ensayo, contra Brasil, fue alentador.

Carlos Queiroz

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Foto: Miguel Bautista

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07 de septiembre 2019 , 09:14 a. m.

La Selección Colombia jugó sin un volante 10 y no murió en el intento. Todo lo contrario. Salió fortalecida ante nada menos que Brasil, campeón de Copa América.

La apuesta del técnico Carlos Queiroz, quien no quiso convocar a ningún jugador en la posición del lesionado James Rodríguez, resultó, más que funcional, emocionante.

El temor de ver a un equipo sin brújula, en ausencia del filtro que por décadas ha dado el hombre que gravita entre los volantes de marca y los delanteros, se disipó pronto, concretamente después del gol de Casemiro en Miami, cuando el equipo echó mano del talento individual y el trabajo en equipo y así encontró el empate, remontó y después llegó a ilusionarse con un triunfo, cortesía de Luis Muriel, autor de un doblete.

¿Cambió radicalmente el estilo de juego de Colombia en un pestañeo? Probablemente no. Pero hizo dos cosas: entendió que bajo el mando de Queiroz se juega a lo que él cree y encontró alternativas por si, como ahora, las lesiones bloquean a James, Quintero o algún otro volante de armado regular. Al final, se trata del equipo por encima de los nombres, como lo prometió el DT portugués desde el día mismo de su posesión.

Menos elaboración, más vértigo


Es cierto que en el país de Valderrama cuesta imaginar un equipo sin una mente brillante que haga pausas, que baje las pulsaciones, que administre el cansancio. Pero también es una realidad que el primer mundo de fútbol ya no se permite esas 'horas valle', que en el juego cada vez se abren menos espacios para las reflexiones y más opciones para quienes corren, interpretan, definen y se sacrifican, todo al tiempo, con prisa y sin pausa.

Colombia sin depender de un número 10 mantiene su 4-3-3 pero con más hombres ingresando al área rival: Muriel, Martínez, Zapata y Cuadrado los más claros, pero era también la función que Uribe, Tesillo y Medina no cumplieron a tan alto nivel.

El nuevo modelo abre el juego con cambios de frente permanentes, con vértigo por los costados y juego largo, más de desdobles que de elaboración. La presión se hace en todo el campo, literalmente todo, y eso facilita ese juego de precisión que no depende de uno, sino de todos. Claro, también exige un despliegue atlético excepcional que, en el primer tiempo, asfixió a Brasil hasta llevarlo a la desesperación de no poder contar con el regreso de Neymar, pero que en el segundo pasa factura, como ocurrió, al punto de no hacer un solo disparo al arco en los 45 minutos.

El 43 por ciento de posesión habla de esa nueva escuela que implementa Queiroz: 3 remates y 80 por ciento de precisión en el pase de Muriel,  el mejor hombre de Colombia hablan de esa convicción de no tener siempre la pelota, sino hacer daño en las pocas ocasiones de las que se disponga.

Un equipo de autor

El segundo gol de Colombia a Brasil es una marca indeleble: fueron cinco toques desde el arco de Ospina hasta la definición de Muriel, sin adornos, sin lujos innecesarios más allá de la precisión en cada pase y la espectacular definición y, al final, juego frontal y sin retrocesos.

Ganar habría sido el moño de un ensayo a todas luces exitoso, pero igual ya hay una hoja de ruta que se escribió en la reciente Copa América y que parece que se mantendrá para el futuro: la escuela europea llegó para quedarse.

El retroceso, la salida, la cobertura y cada detalle dentro de la cancha se cumplen a una velocidad que no espera a nadie. Volverá James y tendrá el lugar el número que lo hace imprescindible en la Selección, pero mantendrá un rol parecido al que ocupó en Brasil 2019, por una punta, rompiendo líneas con su talento, sorprendiendo con pases largos antes que con juegos a las escondidas con la pelota. 

Es el equipo que quería Queiroz y la razón por la cual no pensó en un número 10 sino en cuatro números 11: la apuesta le funciona. Está probado. Su firma ahora está impresa en la Selección Colombia.

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