James Rodríguez fue un número en al lista. Nada más. No hay nada más que decir, nada que lo hiciera sobresalir en una Colombia justamente goleada 6-1 contra Ecuador, en la cuarta fecha de la eliminatoria a Qatar 2022.
James deambuló, una vez más, como en Barranquilla y como antes lo hizo en Santiago.
Tan pálida fue su presentación que lo único rescatable fue un toque de precisión a los 4 minutos, que Luis Díaz no pudo resolver. Los demás 86 minutos no tuvieron ningún peso, ninguna asociación, ni siquiera un intento a puerta para romper el tedio.
Su siguiente acción fue un pase medio aparatoso a Duván Zapata, ya sobre el pitazo final, que se le quedó al goleador.
En el intermedio, un tiro libre a los 18 que tenía la mejor intención, porque sorprendió a todos, pero se fue desviado. Y después todo mal: un tiro libre a la barrera, un cobro de tiro de esquina, un cobro de costado a la espalda de un ecuatoriano... un sucesión de intentos vacíos, sin el peligro que lo caracteriza y que tanta falta hizo en Quito.
¿Se justifica un creativo que no crea y que además porta la cinta de capitán y no manda? En fútbol, en carácter en motivación, James falló de cabo a rabo. No apoyó nunca los regresos, los relevos, no metió una sola vez la pierna cuando sus compañeros en el medio campo y en defensa hacían agua, lo que sí ocurrió con Zapata y Díaz, por mencionar un par de ejemplos. Es verdad que no es su sello el trabajo de defensa, pero perdiendo 6-1 se esperaba que al menos lo intentara.
James no tiene manera de levantar cabeza y ya son tres partidos en este mismo ritmo de intrascendencia. ¿Se acaba el reinado del 10? La respuesta solo la conoce él.