"PSG ha rescindido el contrato de Mauro Icardi con efecto inmediato". Así anunció este viernes el diario Gazzeta dello Sport la decisión del club francés, al parecer indignado por la actitud de su esposa y representante, Wanda Nara.
Según la versión, la rubia, en una comunicación oficial, les dijo a los directivos del club parisino que el jugador quiere volver al Inter de Milán al final del préstamo, que vence el 30 de junio próximo.
La molestia sería tal que no dudaron en cancelar el vínculo, a pesar de las buenas prestaciones deportivas del argentino en PSG, con 17 goles en 27 partidos y el nada despreciable mérito de haber desplazado, ayudado por las lesiones, a un histórico como Edinson Cavani. De hecho, se esperaba que Icardi fuera el reemplazo del uruguayo, cuyo contrato finaliza en un par de meses.
La duda es si realmente quiere Icardi volver a un equipo del que salió en los peores términos y en el que no ha cambiado nada desde su sorpresiva cesión al PSG.
El delantero tuvo serios problemas con el técnico Antonio Conte, se negó a viajar a un partido de Europa League, lo que entre otras cosas le costó la capitanía, intentó demandar al club por 1,7 millones de euros por no permitirle entrenarse y, por si hiciera falta, se peleó también con los ultras, a quienes amenazó con enviarles "100 criminales de Argentina", tras un cruce de acusaciones. Todo mal.
¿Un as bajo la manga?
Lo extraño es que Wanda, quien hasta ahora ha manejado con astucia la carrera de su marido, haya cometido una indelicadeza que haya provacado tal reacción del PSG. Tal vez, dicen algunos en Francia, fuera un movimiento calculado...
¿Para qué? Apenas se conoció la noticia, el diario inglés The Sun disparó una indirecta: "Es probable que Chelsea, que busca un nuevo delantero, preste mucha atención a su disponibilidad después de haber sido vinculado con él en el pasado".
¿Y entonces? ¿Imprudencia o jugada a tes bandas? Todo puede pasar en el convulso mercado de verano que se avecina.