Música para los oídos

Nicolás Samper habla del rock y otros temas que se escuchan, o se vetan, en los campos de fútbol.

Nicolás Samper, columnista invitado.

Foto: Archivo Particular

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25 de diciembre 2018 , 06:50 p. m.

Los jugadores llegaron cabizbajos al vestuario porque de nuevo el club había sido incapaz de superarse a sí mismo y decepcionó. Una derrota más y para completar una victoria más para los que estaban ubicados en la parte baja de la tabla de posiciones, lo que significó que no se perdieran tres puntos sino seis: los propios y aquellos que se llevaba el ubicado en el puesto 17, esos puntos ajenos que el carenciado sueña con que se le den para que la diferencia no se alargue. Ese ejercicio tan similar al que hacemos cada uno de nosotros cuando hacemos planes y compras virtuales con ese dinero que nunca llega a través del Baloto.

Lea acá: Música para los oídos - Parte II (Playlist incluida)

Entonces volvemos a la escena inicial: la de los futbolistas de cabeza de avestruz sin encontrar respuestas al desastre. El técnico se ubicó a un costado, callado y fue por un ipod y unos parlantes. Él, que rozó la gloria -como tantas veces- y se le negó pero que años atrás era rey en la ciudad porque la modestia de su club no fue obstáculo para ubicarse en el tercer lugar de la tabla y para perder una final increíble de Copa del Rey ante Barcelona, decidió ponerle música a la situación. A ese velorio.

El tipo encendió el aparato y el poder de los Young, de Angus y Malcolm ocupó todos los rincones del vestidor. Luego Bon Scott haría lo suyo. El equipo era el Mallorca y el DT, Héctor Cúper. Los jugadores, que estaban pensando en cambiarse y en imaginar cómo sería jugar en la B, se quedaron quietos. Siguieron escuchando y Cúper solo atinó a decir, palabras más, palabras menos, que si seguían jugando así el destino final sería el infierno, como el del título de la canción: “Highway to hell”.

La música y el fútbol viven de la mano para bien o para mal: con la prohibición de ciertos artistas en los altoparlantes del camerino porque pueden traer la mala suerte. Así lo pensó Ricardo Gareca cuando a punto de regresar a Perú a un Mundial del que se había ausentado 36 años, dijo con voz monocorde pero firme, que Marc Anthony no era bienvenido en las paredes del vestuario, el bus y la concentración de los incas. Esas canciones no podían estar nunca más en el menú musical porque, por una cuestión de agüero, mejor no usarlas. Es que Gareca sentía que esa banda sonora había sido la última que oyó en Bogotá unos años atrás, cuando salió del cargo como entrenador de Independiente Santa Fe luego de que Gigena, Cochas y compañía, le aplicaron un terrible 4-1 en contra, en El Campín, contra el Pereira.

Otras son típicas: la voz de Freddie Mercury en medio de una celebración por el título es casi un lugar común y en el momento que el papel picado vuela por los aires y se levanta el trofeo oír “We are the champions” es parte de la orden del día. Los segundos, los derrotados en el partido se van en silencio y reclaman sus flacas medallas antes de la fiesta. Siquiera que ningún creativo dirigente FIFA ha dicho que para que haya igualdad deberían poner de fondo “Loser” de Beck mientras transcurre el rito rápido de salir de los subcampeones.

En tiempos de reggaetón, de Micheles Telós, de Malumas, el rock volvió a aparecer con su poder y siente uno que todavía no está todo perdido con las salidas a la cancha de ambos clubes enfrascados en el terremoto musical de los White Stripes con su “Seven Nation army”.

La columna daría para mayor extensión y por eso es bueno pensar en segundas partes. Aquí el turno es para ustedes.

¿Cuál es la canción que ustedes ligan con el fútbol para bien o para mal, sí o sí?

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