Millonarios por fin volvió a sonreír. Luego de varias tristezas ligueras y críticas por el juego mostrado, el cuadro embajador se sacudió y triunfó sin mayores inconvenientes frente a Atlético Nacional.
Alberto Gamero y los suyos volvieron a desplegar un juego ofensivo, encontraron variantes y tomaron un impulso ni más ni menos que en el clásico de Colombia. Todo un lujo.
En FUTBOLRED analizamos las claves de la victoria azul:
Las variantes ofensivas surtieron efecto: en el Atanasio no se vio el mismo equipo lento y predecible de las dos primera fechas. Millos apeló su tradicional juego colectivo y le añadió juego aéreo (funcionó), media distancia y pelota quieta. Metió apenas dos, pero pudieron ser tranquilamente tres o cuatro.
Perfecta labor del carril central: Llinás y Vargas fueron impenetrables tanto por arriba como por abajo, Perreira y Larry le dieron salida clara al equipo, Luis Carlos Ruíz fue vital bajando a pivotar y generando espacios. Lo anterior le permitió a que los jugadores ubicados en las bandas pudieran tener mayor libertad.
Daniel Ruíz volvió a ser Daniel Ruíz: el joven bogotano venía de bajos rendimientos, se lo veía muy lejos de su nivel. En la capital antioqueña estuvo mucho más participativo, varias veces se animó a encarar, buscó siempre a Mackalister y volvió al gol. Rendimiento excelente.
Fin a la mala racha: después de siete partidos, Millonarios volvió a ganar (cinco empates, dos derrotas) y después de seis cotejos volvió a marcar dos goles (justamente la última vez fue en cuadrangulares frente al verde).
El Atanasio Girardot se convirtió en un fortín: la última vez que el cuadro embajador dejó Medellín con las manos vacías fue en septiembre del 2017, serán ya cinco años de imbatibilidad.