La tristeza colmó a Buenaventura y a Cali, ciudades que tienen enésimas de recuerdos de Freddy Eusebio Rincón Valencia. Su hijo, quien manifestó días después de la parida de Freddy que se iba un ídolo para el país, pero que a él se le fue un padre, su modelo a seguir, brindó en la despedida del ‘Coloso de Buenaventura’ un emotivo mensaje.
Continúan los homenajes en Colombia por la vida de Freddy Rincón. El Estadio Pascual Guerrero fue colmado en el mediodía del sábado 16 de abril, entre familiares, amigos y allegados al fútbol para despedir de manera emotiva al ex futbolista. Muchos recuerdos dejó en el balompié colombiano e internacional Freddy, y en su casa, el estadio del América que lo potencializó para llegar a ligas extranjeras.
Su hijo, Sebastián Rincón tomó los micrófonos en el evento, primero, para agradecer a quienes se acercaron al estadio, a familia, directivos y amigos, sumado a los mensajes que recibieron. ‘De entrada, agradecerle a mi hermano, a todos los que nos acompañaron en este momento difícil. A los médicos de la Clínica Imbanaco que se portaron muy bien con todos nosotros en este momento, a la Alcaldía que de verdad que nos brindaron una ayuda enorme, a sus amigos, que compartieron con él un terreno de juego, y muchos de ustedes conocieron al Rincón, al ídolo que les brindó varias alegrías’.
Sin embargo, Sebastián Rincón no solo tocó el tema del Freddy como jugador, sino como su padre y un referente en su vida. ‘Yo vengo a hablar de Freddy, el padre, el ser humano’, su testimonio estuvo interrumpido por interminables aplausos de los asistentes al evento.
Continuó diciendo, ‘el que siempre nos apoyó, que siempre estuvo ahí, y que aunque ya no esté con nosotros físicamente, está en nuestro corazón. Momentos lindos que tengo con mi papá fue el momento que lo llamé cuando firmé mi primer contrato como profesional en Santa Fe, casualmente el mismo equipo en el que él empezó, lo llamé y le dije, ‘pa, soy profesional’, recuerdo que en el momento nos pusimos a llorar en la llamada. Él no era de mostrar mucho sus sentimientos, pero ese día lo sentí’. Concluyó Sebastián.
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