Otro día en la oficina para Everton: mucho despliegue, mucho sacrificio, un solo punto, tercer partido seguido sin ganar, deuda pendiente jugando de local, un paso más lejos de la meta de clasificar a puestos europeos. Bien podría decirse a esta altura, 'No importa cuándo lo leas...'.
Pasaron 9 puntos por el frente, 6 que debían asegurarse para estar arriba en la tabla de posiciones de la Premier League, y solo quedaron tres. Faltan 7 partidos, hay que sumar, como mínimo, 16 unidades ya no para Champions sino para Europa League, al menos. Además habrá que esperar resbalones de los que hoy tienen los cupos. Increíblemente difícil es poco para describir la realidad.
Es Everton y una nueva historia de fallos propios que hunden el sacrificio de los hombres del ataque, esos que esta vez le hicieron dos goles al Tottenham, uno gracias a un penalti fabricado por James Rodríguez cuando menos hacía por merecerlo, y luego vieron cómo entre Keane y Holgate, tal vez la peor combinación posible de zagueros que tiene Carlo Ancelotti, parecían de bandos contrarios a la hora de defender la misma puerta y le servían el empate, dos veces, a Harry Kane, casi nadie. Cuando no es Pickford es un central, un lateral improvisado, algo pasa siempre...
Esta vez eran tres capitanes tratando de salvar el barco, James, Sigurdsson y Allan, y tres más tratando de hundirlo: Richarlison, Holgate y Keane. Bueno, cuatro si se suma al intrascendente Iwobi.
Al colombiano le dieron 8 puntos de calificación y dijeron sobre su rendimiento en el Liverpool Echo: "gran parte de la calidad del Everton llegó a través de él. Jugó un pase fantástico a Richarlison con el marcador todavía 0-0 y casi anotó él mismo en el 1-1. Casi se gana otra asistencia con un pase fantástico a King en la segunda mitad también".
Casi, a punto, por poco. Pero sin llegar a subir al marcador. Y el problema más serio es que, mirando a los hombres que van a la cancha y al limitadísimo banquillo, es la única esperanza. "Hubo momentos en este juego en los que se sintió como si James pudiera conjurarlo y crearlo todo por sí mismo, y elevar las esperanzas europeas del Everton sin ayuda. Estuvo excelente. Completamente en forma de nuevo, mostró su clase y calidad. Pero no hay mucho que un hombre puede hacer solo", añadió el medio.
Y ahí es donde está el centro de la discusión: esta vez Sigurdsson fue un apoyo exuberante (anotó doblete), Allan volvió por sus fueros y fue suficiente para cubrir el talento claramente superior del rival en el medio, pero Richarlison sigue de pelea con la red, no está Calvert-Lewin, el goleador, ni tampoco Delph, Gbamin o Bernard para apoyar el ataque. Atrás faltan Doucouré y Mina, que no es poco. Pero incluso cuando estuvieron a tope los puntos se escurrieron entre los dedos igual. Y es que sencillamente este parece ser el límite.
Parece James un pez muy grande en un estanque demasiado pequeño. Ni sus destellos, sus mejores esfuerzos, sus letales pases, tampoco las estrategias de Ancelotti -que tan bien lo conoce- o la versión 10 puntos de sus aliados alcanza. Faltan refuerzos sí, pero sigue siendo Everton un equipo menor comparado con los magnates de Londres o Manchester. Y eso lo sabían todos, empezando por el colombiano, justo antes de estampar la firma.
El golpe de realidad es el del equipo que quiere y no puede, que choca una y otra vez con la pared de vidrio del estanque, siempre tan angosto. Habrá inversión, ambición, estadio nuevo, pero seguirá siendo un equipo con limitaciones. Puede ser que acelere en el remate, que alcance la meta europea, que sea, como al comienzo de la temporada, una grata sorpresa. Pero seguirá siendo Everton. No importa cuándo lo leas...