Opinión

El pueblo sabe discernir

Debieron ser convocados a la Selección Colombia los volantes Daniel Torres y Vladimir Hernández.

02 de septiembre 2015, 05:52 p. m.
No es profano, así se crea lo contrario, hacer consideraciones sobre la Selección Colombia con análisis crítico constructivo y un afán evidente por reencontrar el camino exitoso, recorrido en el Mundial de Brasil. Al reanudar sus actividades, el equipo apuntala sus planes en jugadores jóvenes, herederos de los cracks en vigencia, en juicioso proceso formativo para acercarlos a los proyectos superiores.

Pero la idea del técnico José Pékerman, que tanto prestigio ganó hace un año, y desperdicio, en parte, en la Copa América de Chile, nunca será independiente de los resultados que serán su cruz o su consagración. El próximo partido amistoso, no es la excepción.
La convocatoria parece coherente, vista sobre el papel, si se atiende el hecho del buen vivir futbolístico que por estos días tienen algunos jugadores elegidos, pero injusta considerado el rendimiento de Daniel Torres con su personalidad, temperamento y despliegue, y de Vladimir Hernández, diminuto de físico, pero imponente en sus ejecutorias, quizá los mejores, si de surtirse de la liga local se trata.

No se ven argumentos expuestos por el entrenador, al afirmar que su preferidos pasan por el análisis profundo de su rendimiento actual, algo que sin duda no ocurrió en el pasado reciente, cuando a Chile llegaron algunos, bajos de forma y en riesgosa inactividad.

Al margen, llevar a James Rodríguez a Estados Unidos, tras su explosivo y espectacular arranque en la Liga de España implica restarle 12 días a su continuidad en la alta competencia. No se trata de ver los intereses personales del jugador, en el poderoso club, sino en hacer prevalecer sus condiciones en el clasificatorio al Mundial de Rusia 2018, que se avecina.

Cuestión de prioridades, simplemente. La zurda de James, inmensa y goleadora, la necesitamos para la eliminatoria mundialista y no en los juegos formativos, con tintes comerciales, en faenas experimentales.
No es Pékerman de aquellos técnicos irritantes, manipuladores o mañosos, pero si algo confuso e incoherente, en la selección de su grupo para competir. No puede manejar pactos de silencio frente a sus errores, ni ser alcahuete de aquellos que cayeron en su producción, porque los números premian y castigan, y el pueblo que lo admira también sabe discernir.

Esteban Jaramillo Osorio
Especial para Futbolred
En Twitter: @estejaramillo
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