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El vaso medio vacío: Colombia ha perdido a dos hombres muy importantes en una instancia definitiva como los cuartos de final de la Copa América y ante un rival peligrosísimo como Uruguay. No hay vaso medio lleno.
Por eso antes que llevar la discusión a quién es más exitoso (ellos tienen 15 títulos, nosotros 1), o con mayor roce internacional o con mejor actualidad, habría que pensar no en cómo sobreponerse a las dificultades no solo desde talento, que ayuda pero no alcanza, sino desde la estrategia.
Colombia llega sin Cuadrado ni Uribe, dos de sus hombres con mayor experiencia internacional, dos autoridades dentro de la cancha, dos hombres con la combinación ideal de marca y salida (especialmente el de la Juventus). Eso abre otras opciones y, más que nada, otras obligaciones para quienes tengan que llegar a apagar el incendio.
¿Cuál es el problema? Tiene nombres y apellidos. Uruguay tiene un rico medio campo con Valverde, Vecino y Betancur, tres hombres eficientes en la recuperación y, en todos los casos, con alta sensibilidad para el pase y para pisar el área con seguridad. Para completar, la juventud que les permite redondear partidos de alta intensidad sin sufrir más de la cuenta. Y como si fuera poco, los costados: Viña y Nandez, los más probables titulares este sábado, no son solo rápidos sino también muy técnicos.
Y no hemos llegado a la gran fortaleza: De Arrascaeta y su talento para llevarles la pelota a Suárez y Cavani, dos auténticas estrellas del gol, de probada eficiencia y con una pésima costumbre de hacerle daño a Colombia: entre los dos suman 7 goles en 7 partidos contra los de amarillo.
El técnico de Colombia, Reinaldo Rueda, ha sugerido que una fórmula viable son dos hombres de marca-marca por la banda derecha, donde faltará Juan Guillermo: Muñoz y Medina. Por la otra punta habría que equilibrar con la seguridad, ya reconocida, de Tesillo y una cuota extra de sacrificio de Luis Díaz.
Pero el corazón de ese trabajo de neutralización debe partir del medio campo, donde el doble 5, probablemente Barrios y Cuéllar, tiene la obligación de barrer todas las pelotas que se crucen, pero con un detalle adicional: estorbarlos lo suficiente para que no conecten con De Arrascaeta y, por esa vía, no llegue un solo balón a dos hombres letales pero veteranos, que no retrocederán mucho en el campo para no perder su impacto.
La telaraña, la estrategia, debería ser partirles el equipo, darles tantas preocupaciones a los laterales que los amarre a la zona posterior, alternar la marca sobre el enlace y repartir el espacio entre los centrales para que lo que alcance a filtrarse a Suárez y Cavani no llegue a Ospina. ¡Fácil desde la escritura! Pero es así: el riesgo es que el tubo de ensayo se rompa. Puede ser un necesario daño colateral...