Leicy Santos llegaba a la final de Copa América con la meta firme de mejorar su registro de gol y darle a su buen torneo un broche de oro. No pudo ser. Brasil acabó ganando la final de Copa América y arruinando el sueño de la cordobesa de celebrar un título ante su gente.
Se anticipaba una noche muy difícil, con pocas opciones claras y muchas tareas de marca para una jugadora talentosa como Leicy Santos. Había que guardar el traje y ponerse el overol.
Y pasó trabajos tan de frente al arco Brasil y mejoró cuando fue más a la derecha y entonces pudo ayudar a tapar la banda todo el primer tiempo, sin dar lugar esa tan temida proyección y quitándole socias a la temida Debinha. Pero vino el gol de penalti de la figura del rival y cuando esperaba que el sacrificio le diera espacio para el ataque, la tarea de marca se multiplicó para al menos ir al descanso con una desventaja corta.
En el segundo tiempo sufrió, como todas sus compañeras, con la decisión de Brasil de salir por más, pero se acomodó y vino un lapso de dos buenas sociedades con Linda Caicedo: en la primera fue la vallecaucana la que resolvió por arriba del arco y en la segunda, a los 75, le faltó aire para sacar una marca más y encontrar ángulo de remate y dejó una pelota que se fue apenas arriba.
Nadie podrá decir que le faltó entrega, sacrificio o lucha, pero sí que le faltó un auxilio, alguien que le ayudara a recortar desplazamientos para ser más punzante de cara a gol... Eso es culpa de su DT, no de ella.