Un día más en la oficina fue el derbi para Liverpool, que se impuso 1-4 en Goodison Park sin apenas despeinarse, exhibiendo su colosal nómina y su riqueza de recursos contra un Everton amarrado, impotente, plano como en sus más oscuros años.
Al primer minuto se lo perdía Liverpool y a los dos una pirueta de Salah hacía que se salvara Everton del primero. A los 7 perdonaba otra vez Salah en un gran arrastre de marca de Diogo Jota y Mané. Una marea roja desde el mismísimo pitazo sobre el área de Pickford, que ya no podía hacer nada que sacarla del fondo apenas a los 8 minutos, tras un tremendo remate de Henderson, el capitán, apareciendo desde atrás por el medio del área. Porque todos, todos los de rojo son capaces de definir...
Y a los 14 el balazo que metió Alexander-Arnold lo sacó de manera magistral Pickford, el empleado del mes, desde ya en Everton, que a pesar de todo no tomaba mal el dominio rival y algún susto daba en un tiro desviado de Richarlison. Pero no hay ánimo que alcance cuando Salah tiene ganas de jugar: burló a Digne a los 19 y enfiló sin cuartel hasta fusilar al portero y abrazarse otra vez con los suyos, con Henderson, el que le puso el pase hermoso para dejarlo mano a mano. ¡Qué futbolista es el egipcio!
Pero ¿recuerda que habíamos dicho que no se caía Everton? Se ratificaba cuando sorprendía a los 38 minutos Richarlison con un pase profundo a Gray, quien aguantaba la salida de Allison Becker y le definía por arriba para el 1-2.
Como le salga a los 45 a Salah se hermoso pase que acabó en el cabezazo y el atajadón de Pickford, habría que llamar a France Football a poner otra queja por el Balón de Oro.
Y vino el complemento y esa brisa previa al descanso desapareció, Liverpool hizo lo que quiso cuando aceleró y el rival no pudo hacer otra cosa que verlo jugar: a los 64 metió un nuevo carrerón de los suyos Salah, letal enfiló a Pickford mientras Coleman le miraba el número y otra vez a celebrar.
Cuando apareció Digo Jota con su hermosa definición a los 79 ya las piernas azules no respondían a las órdenes del cerebro y el 1-4 les dejaba la certeza de ser muy, muy inferiores a los rivales de patio.
Liverpool ganó bien, sin presión, y en el camino dejó otro duro golpe al proyecto Benítez que no arranca, que tendrá muy importantes atletas pero ni un solo hombre que haga la diferencia en imaginación, ni una sola idea que caiga al campo. James juega en Catar, por las dudas. Y Everton sigue su irremediable desplome.