Dávinson Sánchez pasó, en solo 45 minutos, de la felicida del regreso a la titular en Tottenham a la posibilidad de un nuevo portazo del técnico José Mourinho.
El colombiano partió con algunas dudas frente a Brighton, fue superado por los jóvenes jugadores rivales y no parecía cómo por su tradicional sector izquierdo y jugaba mal todo el equipo.
Pero también hay que decir que salvaba, poniendo el cuerpo, al menos dos opciones claras de gol del rival.
Y a pesar de todo, la sorpresa era total cuando, después del descanso, no salía a la cancha sino a la banca de suplentes. ¿Qué pasó?
Que desde los 17 minutos perdía Tottenham, un lujo que no podía darse pues, tras perder contra Liverpool, necesitaba pescar puntos contra rivales en teoría inferiores como el de este domingo.
Por eso tocó la nómina, le dio paso a un atacante, retrocedió a Ndombele y apostó por soltar atacantes por las bandas e ir con todo por la victoria. Lo sacrificó a Dávinson, eso es innegable. Pero la necesidad de ganar era apremiante.
Y luego vino otro decisión que hace pensar que no fue personal contra el caucano: a los 60 minutos sacó a Bale para intentar despertar una zona ofensiva totalmente intrascendente.
Mourinho decidió y pudo no ser muy popular, pero era inevitable. Ese es su trabajo.