"Suspender de forma definitiva y a nivel nacional todas las competiciones, tanto en masculino como en femenino, en sus diferentes modalidades (fútbol campo, playa, futsal) que se desarrollan o que están por desarrollarse de las Categorías Formativas de Fútbol Base y Fútbol Juvenil, por la temporada 2020", dijo la Federación Venezolana en un comunicado oficial.
La decisión cobija a todos los estamentos del fútbol venezolano, sin excepción: "Se prohíbe que las Asociaciones Estadales de Fútbol, Los Clubes y Colectivos organicen, participen o celebren torneos de cualquier naturaleza o denominación que contradiga la suspensión realizada. Las Asociaciones serán responsables en su región del cumplimiento de esta medida entre sus afiliados", dice la FVF.
Una pequeña puerta queda abierta en caso de que las condiciones sanitarias cambien: "Esta medida será eliminada sólo si cesaren las causas que obligan a la Federación Venezolana de Fútbol a tomar esta decisión; o si el Ejecutivo Nacional autorizare la práctica del deporte".
La duda es si esta decisión tan radical podría copiarse en otros países de la región, donde los esfuerzos van más hacia la reactivación que hacia la cancelación. Ha sido la incertidumbre la razón principal de esta primera decisión, la misma que, infortunadamente, existe hoy en todas partes. ¿Es Venezuela el primer de otros torneos obligados a la suspensión definitiva en América Latina? Esa es la cuestión.