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Carta abierta a los hinchas de América, que celebraron la estrella 14 después de 11 años de ayuno.

Jenny Gámez

Jenny Gámez

Foto: Filiberto Pinzón

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07 de diciembre 2019 , 11:02 p. m.

Tal vez usted tampoco recuerda cómo llegó a sus manos esa camiseta roja con la que sale en el 90 por ciento de sus fotos de infancia.

Lo que seguro no olvidó es ese primer día en el estadio, cuando vio salir a Falcioni, con su pelo dorado y sus saludos burlones a los energúmenos que insultaban –y usted, de rojo hasta los tenis solo quería ser más grande para enseñarles a respetar-; que se grabó en la memoria al menos una decena de tiros libres de Battaglia; que hizo de la cama de sus papás un saltarín la noche del 17 de diciembre del 86 por culpa del inolvidable Roberto Cabañas.

No tuvo muy claro qué diablos pasaba en la Copa Libertadores pero sí aprendió a guardarles rencor a los argentinos, que le mostraron la cara de la derrota en el 85 (Argentinos Juniors) y se ensañaron un año después (River Plate) con ese peludo (Funes), el de Millonarios, el que se atrevió a reírse de sus lágrimas infantiles en la televisión.

Usted, que inauguró la adolescencia obligando a sus primos a aguantar su insoportable suma de estrellas; que recibió el siglo con cuatro títulos y, ya grandecito, entendió que el sabor de la victoria era tan dulce como el de la burla… para bien y para mal.

¿Verdad que esa noche del 17 de diciembre de 2011, tampoco creyó que sus muchachos les fueran a dar gusto a tantos que anhelaban el descenso del América? ¿No pasó también del amor al odio por el ‘Tigre’ Castillo, por el gol en el partido y el penalti que sepultó al equipo? ¿No es cierto que inventó alguna diligencia en la cocina a la hora de esos amargos cobros, y que cuando los vecinos del cuarto piso gritaron y celebraron, usted supo que la pesadilla de la B ya era irreversible?

Nadie tiene que detallarle ese dolorcito, como un aguijón, que lo obligó a inventar excusas durante cinco navidades para explicar la impotencia de Diego Umaña o de Eduardo Lara, la ilusión de Ricardo Gareca, la inoperancia de los Suárez, Bermúdez, Velasco y todos esos que pasaron sin resolver el dolor ajeno, y al fin la llegada del gran Hernán Torres y Farías y Borja y los que recuperaron la dignidad… y la categoría.

Ha vuelto la Navidad y esta es solo para usted, para su paciencia y su fe, su golpeado corazón y su firmeza, su desgastada camiseta roja.

Si también tiene esta risita socarrona, esta satisfacción de ver que dio 10 estrellas de ventaja y nadie hizo sombra, si se liará a golpes con quien se atreva a criticar al peluquero de Rangel y ya pensó en Duván, Yesus o Neto para bautizar a su primogénito, si hoy solo usted es campeón en su casa, este es su día para celebrar: ¡Felices 14!


Jenny Gámez A.
Editora de FUTBOLRED
@jennygameza

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