La tragedia va de la mano con la vida. Todos, a nuestra manera, hemos vivido cosas que jamás quisiéramos que se repitieran. Cosas que, en nuestro propio neceser personal de recuerdos, tenemos que cargar con dolor y también con dignidad.
Ese peso de la carga nunca nos va a abandonar, pero a medida que pasa el tiempo empezamos a acostumbrarnos a eso, a esa herida que estuvo a punto de no cerrarse pero que cuando empezó a transformarse en costra, sentimos que había sanado.
Y a veces vuelve ese recuerdo que sabemos nunca se irá. Es entonces que sentimos que es una historia asumida y a veces superada cuando nos miramos con ese dolor frente al espejo en soledad, sin la compañía de nadie que nos quiera abrazar o ayudar en el consuelo. Pasa siempre cuando volvemos a la casa luego de despedir en el cementerio a un ser querido. Es justo ahí, en ese instante que empieza a sentirse más dolor, porque no hay nadie al lado para consolarnos, pero también es un momento importante para recuperarnos porque solamente cuando sin compañía encaramos ese suceso que nos devastó, podemos entenderlo y analizarlo con el fin de fortalecernos a nosotros mismos. Ese desahogo personal e íntimo también es un primer paso que hay que dar para superarlo.
Por eso me resultaron sensatas las palabras de la delegación de Chapecoense, un club al que le tocó vivir algo espantoso que lo marcará de por vida, como le ocurriera en su momento al Torino italiano, al Green Cross de Chile, al Manchester United, a The Strongest, a la selección de Zambia y a Alianza Lima en torno a que, entendiendo que lo ocurrido en noviembre devastó al mundo entero pero en especial a ellos mismos, pidieron respetuosamente que no se les hicieran más homenajes.
Porque ellos saben, ya en sus casas cuando a diario deben volver a la sede del club y darse cuenta cada día que sus compañeros no volverán, que el mejor homenaje que se les hizo fue intentar rescatarlos en el momento más crítico. De hecho, esos esfuerzos lograron salvar la vida de algunos de ellos. Entienden que es hora de empezar a superarse a ellos mismos, entienden que los actos públicos remueven el dolor y las evocaciones dolorosas de aquella noche del 28 de noviembre del 2016. Solo por eso quieren concentrarse en jugar y ya.
No pudieron evitar nuevos homenajes, hechos obviamente de buena fe, a su llegada a Medellín. Ni modo. Sin embargo, ese mensaje del club deja en claro que Chapecoense está listo para encarar el dolor de un suceso imborrable en soledad porque la herida, aunque le dejó una cicatriz muy profunda, ya empezó a curarse.
Nicolás Samper C.
Especial para Futbolred
En Twitter: @udsnoexisten

Nicolás Samper, columnista invitado.
Foto: Archivo Particular