Producción: lo que callamos los periodistas

Opinión de Nicolás Samper sobre las complicaciones en el ejercicio de la profesión.

Nicolás Samper

Columnista Futbolred

Foto: A. particular

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19 de julio 2022 , 10:45 a. m.

A mayor facilidad para comunicarnos, menor posibilidad de hacerlo. No necesariamente las herramientas tecnológicas ayudan, al contrario, apartan. Lo digo con la experiencia de quien debió llamar a teléfonos fijos para buscar un invitado, un personaje que sería protagonista de un texto. Hoy el “visto” en whatsapp es un poco el defensor, el filtro que han creado los famosos para evitarte.

Es otro de esos problemas con los que debe enfrentarse día a día la producción periodística, noble oficio que hace parte de una de las grandes materias que hay que superar todos los días en el periodismo: el de asumir la paciencia como un compañero de escuadra que no debe abandonarnos y que no queremos que nos deje.

¡Cuántas cosas pasan para poder tener un invitado! Alguna vez, hace una década o más, por lo menos, debía conseguir a los entrenadores del fútbol profesional colombiano para hacerles una serie de preguntas sobre el campeonato que se avecinaba. La gran mayoría fueron muy amables conmigo y respondieron casi siempre a tiempo, salvo uno que, por más intentos que le hice, nunca me contestó. Rarísimo, pensé. Hace como tres meses me enteré de algo que pudo ser el motivo de su nula respuesta: el tipo era un ekeko que cargaba agüeros y cábalas por doquier y, al parecer, nunca contestaba los números telefónicos que terminaban en 3, como el mío en ese entonces. ¿Cómo carajo iba yo a saber eso?

Otra vez, en pos de una entrevista, en radio -si no me falla la memoria- llamamos a un famoso atacante que después de haber tenido un inicio fulgurante en el fútbol que lo condujo al exterior y a la Selección Colombia, vio cómo sus acciones bajaron por cuenta de ciertos actos de indisciplina. Le marcamos a ver el hombre qué nos contaba y después de confirmarnos que salía al aire -porque la idea es cuadrar antes con el personaje para que todo salga bien- lo volvimos a llamar y aunque era evidentemente, su voz la que respondía al otro lado de la línea, nos juró que no era aquel futbolista al que estábamos buscando. Que era el hermano y que no, que el crack estaba yo no sé dónde y que no podía atendernos.

Mejor fue aquel volante creativo de gran técnica varias veces campeón en Colombia, que decidió simular una voz de mujer… ¡de mujer! Para no responder. Los has cuadrado y te quedan mal a última hora, sin previo aviso…

Otros directamente no contestan jamás. Pero uno se empieza a transformar un poco en Elio Pez, aquel investigador privado que va en búsqueda del barón de la cerveza en Springfield. Luego de una jornada larga tras la pista del hombre a encontrar, puede que haya llegado la noche sin resultados, y es ahí cuando uno mira en una terraza a la ciudad y espeta a los cuatro vientos: “estás ahí, barón de la cerveza, y voy a encontrarte”. En ocasiones se puede, en otras uno termina eyectado como Elio Pez, al final de ese capítulo.

No es solo con el fútbol; muchos noticieros, por ejemplo, que con anticipación han acordado con tal o cual ministro para salir al aire a las 6 am, de golpe ven que el tipo no les responde. Y nunca respondió hasta que a las 7:30 am, en otra emisora, el hombre sí habló.

A veces entiendo a los protagonistas, también. Hay periodistas que se dedican solo y únicamente a romper las bolas, a tirar mala leche y seguramente ellos deben vivir cansados de tanta requisitoria pública. Y por eso queda todo el mundo metido en la misma bolsa, así la intención personal esté lejana a la de romper las bolas. Simplemente, y eso es el periodismo, un hombre sin relevancia que quiere hablar un rato con un hombre relevante para saber cómo es su universo. Nada más.


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