Mourinho frente a su fantasma

Opinión de Nicolás Samper sobre el entrenador portugués.

Nicolás Samper

Columnista Futbolred

Foto: A. particular

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18 de marzo 2022 , 02:07 p. m.

1008 veces saltó al campo el portugués de Setúbal siendo más las veces que ganó que las que perdió hasta antes de ese día. Y en esa salida fue la primera y única vez que, al devolverse a su camerino, le tocó llevarse seis goles en contra.

Mou, un cultor de la táctica, detallista como pocos -en eso se asemeja muchísimo a su némesis, Josep Guardiola, en esto de no dejar absolutamente nada al azar- un obsesivo del trabajo y con un rigor rayano a veces en lo dictatorial -alguna vez fue capaz de, por ejemplo, sacar a Reguilón del Tottenham por irse de fiesta navideña a pesar de no contar con otro lateral para un partido que iba a disputar en el “Boxing day”- visitó un campo sencillo en Noruega, enfrentó a un club que parece aficionado y que apenas cuenta con un estadio para seis mil personas, algo así como el Metropolitano de Techo, si se requiere hacer una comparación más criolla.

Claro, este es otro Mou. No es el mismo que apareció en Barcelona como traductor de Bobby Robson cuando el DT inglés se embarcó en aquella vorágine catalana y mucho menos es el hombre que en Old Trafford no tuvo empacho en cantarle a la cara a todo Old Trafford y a uno de los terratenientes del lugar, Sir Alex Ferguson, aquel gol de cabeza de Costinha que propició la eliminación de los reds ante el Porto, el equipo mágico que supo construir a partir del colectivo y que se coronaría campeón de la Champions frente al Mónaco en aquel 2004.

Parece más humano, más terrenal, menos granítico: los triunfos en la cancha con Chelsea, Porto e Inter lo condujeron al lugar más alto de la terraza, sin que, por esa condición, el riesgo de irse por la cornisa no fuera latente en cada segundo. El fallecimiento de su padre Félix, los rumores que han apuntado a su divorcio con Matilde Faría, su esposa desde 1989, su posibilidad de perder los estribos en medio de aquellos duelos contra el Barcelona cuando él dirigía a Real Madrid y las decisiones erráticas en el final de su período con los blancos, su vida solitaria en Manchester alejado de su familia y hasta la muerte de Leya, su Yorkshire Terrier, lo han venido transformando en un tipo que puede que ya no esté tan obsesionado con la victoria como hace una década y al que no le importa mostrar las intimidades del camerino del Tottenham en un documental de Amazon.

Y en ese ambiente el Bodo/Glimt se aprovechó de la humanidad del entrenador en aquella visita a Noruega cuando el luso se fue con el AS Roma a saltar un obstáculo que no parecía de gran altura. Esa tarde-noche nefasta fue 6-1 en contra. Ese fue su partido 1008 y la derrota se la dio un club que creó una revolución propia: con un entrenador que carecía de gran experiencia como Kjetil Knudsen, el Bodo/Glimt no se conformó simplemente con aquella goleada, sino que además en el encuentro de vuelta en la capital italiana, sacó un empate 2-2 del Olímpico. Y en fases posteriores los nórdicos sacaron del camino al Celtic de Escocia y al AZ Alkmaar.

El sorteo de la Conference League le sacó una cana más a Mou. Para cuartos de final, su adversario será… Bodo/Glimt.

No viene bien su equipo. Clasificó en el último suspiro ante el modestísimo Vitesse de Países Bajos gracias a un gol de Abraham. En Roma sienten que el emperador perdió su charm y en abril (7 y 14) el Bodo/Glimt pondrá a prueba su paciencia y su capacidad de poder superar su propio fantasma.

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