Llegar tarde e irse temprano

Opinión de Nicolás Samper sobre quienes no esperan el pitazo en el estadio.

Nicolás Samper

Columnista Futbolred

Foto: A. particular

En esta noticia

  • Enviar
  • Guardar
  • Comentar
12 de mayo 2022 , 10:51 a. m.

Hay citas que se deben cumplir siempre: ir al estadio no permite sacar la excusa que por el tráfico aparecí en la tribuna 20 minutos tarde, por ejemplo. No se trata de una reunión de trabajo en la que, se sabe, no se va a resolver mucho. No. Acá se habla de definir muchas cosas como el estado anímico de la semana y las ganas de sonreír o de entrar en un ensimismamiento de siete días por cuenta de la victoria o la derrota.

Tampoco cabe mucho en esta maravillosa rutina de 90 minutos eso de escaparse faltando cinco minutos, diez o veinte, porque las dosis de alegría o sufrimiento deben recibirse completas. Las reflexiones parten de una imagen que fue viral hace unos días: el escape de varios fanáticos del Real Madrid que, decepcionados por lo que parecía ser su eliminación de la final de la Champions League frente al Manchester City, decidieron dejar sus lugares en las tribunas para dirigirse raudos a los vomitorios del Santiago Bernabéu y buscar rápido un medio de transporte que los dejara en su casa. La sorpresa para ellos -y solamente para ellos- fue oír a lo lejos, que su club amado era capaz de darle vuelta a la desgracia en los últimos dos minutos de partido y que ellos, escépticos, no estaban presentes viendo la hazaña. De hecho, aquellos que regresaron afanosos para ver si no se seguían perdiendo semejante obra épica, no les fue permitido reingresar a pesar de sus súplicas, su ira y sus llantos. No encuentro mejor castigo para la carencia de fe.


Por eso ir al estadio requiere de una planeación lo suficientemente sofisticada como para no ser víctima de un imponderable que frustre la experiencia. Y a pesar de eso, más allá de que el plan vaya sobre ruedas, siempre emergerá alguna circunstancia que trate de jugar con nuestro tiempo. El tipo que va a pagar con un billete de 100 mil pesos el parqueadero de norte hace que se estanque la fila de automóviles y todos empecemos a pitar si ahí en el timón, oímos a lo lejos las notas marciales del himno nacional. O la larga fila de entrada, que toma su tiempo y arranca la paciencia de tajo, por cuenta de un arribo tardío, hacen que todo nuestro mundo se detenga en medio de la impotencia de saber que lo único que no tiene freno es el tiempo, que sigue corriendo mientras nosotros estamos ahí, congelados en una imagen.


Me ha pasado un par de veces eso de llegar tarde: hace poco, para un Millonarios-Rionegro Águilas, porque hubo una inesperada invasión del carril de la oreja que conduce de la carrera 30 hacia los parqueaderos de norte porque mucha gente había dejado su auto en el costado de la vía para vacunarse contra el Covid-19 en el Movistar Arena. El cuello de botella provocó estar en mi silla a los cinco minutos de comenzado el juego. Y también un Millonarios-Unión Magdalena en el 97 me hizo ingresar a los 12 minutos, con ira, porque la mamá de mi novia, que quiso ir a acompañarnos, se demoró tres horas en salir. Menos mal que Alex Daza en el 90 le marcó al mítico Roque Pérez para paliar un poco mi piedra.


La única vez que recuerdo abandonar fue en el 2005, en un Millonarios-Once Caldas: Tressor Moreno le estaba pintando la cara a Nicolás García y David Charles Pérez y a los 70 minutos dije no más, cuando el duelo iba 0-3. Lo hice a conciencia porque la diferencia era muy amplia y porque de mi lado no estaban Courtois ni Benzema como para imaginar un milagro.

Síguenos en nuestras redes
Comentar
Guardar

Recomendados

  • Premier League
  • Bundesliga
  • Liga de España
boton left
boton right