Hasta en los más grandes equipos hubo una. Y en los grupos humanos -seguro que a todos nos ha ocurrido- que hay alguien que desentona en medio del rendimiento parejo del resto, pero el andamiaje es tan sólido que aunque ese piñón insista en fallar, la maquinaria es tan fuerte que ni siquiera se derrumba por eso.
William Ramírez -en twitter como @WIRASE1- sin quererlo, me abrió la puerta para este escrito. Porque ayer subí una foto que encontré del Milan 89-90 que fue una de las muestras más perfectas del fútbol efectivo y bien jugado en el campo y él me comentó que tal vez el punto más bajo de esa máquina era Giovanni Galli. Y claro, el buen Galli, titular de esa formación de Carlo Ancelotti le tocó cargar con una tula pesada: tras el retiro de Dino Zoff como campeón del mundo en 1982 a él, que arrancó en Fiorentina, junto con Franco Tancredi -el 1 del AS Roma- eran los encargados de suplir a una leyenda. Y esa tarea no es tan fácil. Le dieron el arco de la selección a Galli y en México 86 estuvo más menos que más. Siempre que se recuerda al Milan de esos años, su nombre es de los últimos mencionados.
Pasó con Oscar Garré -de ahí el famoso dicho de que “todo técnico tiene su Garré”- que era un muy buen lateral del sorprendente Ferrocarril Oeste y que se ganó su lugar -igual que Galli- en México 86. Ni a él ni a Néstor Clausen les fue de maravilla en los primeros partidos y es justo en ese instante que Carlos Bilardo decide acabar con los laterales tradicionales y enviar a la cancha tres centrales con dos carrileros -Enrique y Olarticoechea- y la historia de los dos marcadores de punta finalizó ahí.
El Milan, para no ir tan lejos, también sufrió el adiós de Galli porque ocupó su lugar el larguirucho Sebastiano Rossi, abonado al error constante, víctima de Faustino Asprilla en San Siro, nunca fue convocado a la selección italiana. ¡Y estaba en el mejor equipo de Europa! Eran muchísimo más destacados Luca Marchegiani (Lazio) y Gian Luca Pagliuca (Sampdoria) y veinte nombres más de una liga de 18. En tres temporadas, por liga, ese Milan perdió apenas cinco partidos de 102 disputados. Pero Rossi siempre estaba listo para desentonar.
En Brasil ocurrió con Félix en el 70 pero -y esto ha explicado históricamente un poco el porqué de la caída de aquel equipo del 82- había en la mejor selección del mundo dos ruedas sueltas y en el lugar en el que se define el fútbol: las áreas: los dos, figuras míticas del Sao Paulo, no pudieron destacarse. Valdír Péres, el calvo arquero y Serginho, el 9 de área, muy del estilo de Fred -aquel del 2014- se pusieron sempiternamente el traje de patitos feos de un scratch que tenía a Zico, Eder, Toninho Cerezo, Falcao, Leandro, Oscar, Sócrates…
Y a Mascherano le pegaron durísimo -a pesar de ocupar una posición en el campo que no era la suya y porque le tocó asumir en la zaga el peso de Puyol-, junto con Valdés, en el mágico Barcelona de Guardiola, por ejemplo. Y al Bayern Munich, que es inapelable, la defensa la miran con ojos inquisidores cuando los nombres de Alaba o Sülle aparecen…
Los casos siguen, pero la columna llega hasta acá, pero pueden aportar, discutir o nombrar más casos en mi cuenta de twitter @udsnoexisten.