El teatro de las sombras

Opinión de Nicolás Samper sobre el partido Patriotas vs Águilas.

Corresponsal Futbolred

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31 de enero 2024 , 12:34 p. m.

Patriotas y Águilas. De hecho esa premisa inicial, ese título de arranque me hizo evocar aquellas tardes universitarias en las que nos encerrábamos en el aula y bajábamos las persianas del salón para recibir una materia llamada historia del arte -la profesora, y espero que la memoria no me haga gambetas, fue primero Ana María Ruiz y después Santiago Quijano- a ver películas que abrían la mente para entender ciertas expresiones de los pueblos que crearon movimientos de importancia para el desarrollo artísticos de las naciones.

Patriotas y Águilas. Era como tomar el cassette de VHS e introducirlo en esa boca gigante del aparatejo reproductor que se devoraba la caja y que, tras varios ruidos extraños, acomodaba la cinta para poder ser vista. El partido de fútbol, el anodino encuentro que iba a enfrentar a un club tunjano contra otro de Rionegro, llevaba el título de una película épica que al final terminó siendo muy extraña, más cercana al expresionismo alemán de mediados de los 20.


El estadio de Tunja es algo particular, porque ya son dos jornadas en las que Fritz Lang pareciera emerger de los bajos del estadio La Independencia, acompañado de Friedrich Murnau, para agregarle un tono sombrío a lo que parece alegría. El sol picante que quema mucho más, el cielo amarillo y el efecto de contraluz que se da por cuenta de la ubicación de las cámaras de transmisión de TV (que están apoyadas en el sector oriental, justo en el instante que el sol empieza a caer por el occidente) llenan la pantalla de luz y también de sombras. Y ese césped que parece no tener cura y que, amarillo como la peor hepatitis, se termina fundiendo con el sol que castiga a los 22 que están en el campo y a los que debemos ponernos una máscara de soldadura para poder ver como alguna precisión esos fogonazos lumínicos enredados en medio de algunas figuras retorcidas que corren por la cancha.


Una de las grandes víctimas de este efecto pareció ser el muy buen arquero uruguayo Santiago Mele. Tal vez fue el sol, tal vez el reflejo de sus compañeros sobre el césped, de pronto el extraño viboreo que siempre va a tener la pelota en la altura. Un tiro libre de Henry Plazas (defensor venezolano que tiene muy bien desarrollada esa especialidad de marcar con potencia goles de tiros libres a larga distancia) se le fugó cuando parecía estar bajo su control. Fue como si uno de los frames del filme hubiera sido cortado a propósito para que el portero no viera bien la trayectoria del balón que, de repente, se le abalanzó encima y lo atropelló sin miramientos.


Patriotas y Águilas fue ver Nosferatu. Sombras jorobadas y ganchudas que se reflejan en el campo seco y que corren sin cesar en los cárpatos boyacenses protagonizando una película de espanto, de terror futbolístico. Solamente cuando las luces solares se empezaron a ocultar, salieron los vampiros y armaron 10 minutos de juego un poco más animado, sin que fuera inolvidable.

El horario de 2 o 4 pm en Tunja es el expresionismo alemán en estado puro.

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