Evangelos Marinakis no es de esos que está caminando por todos los corredores de la casa para apagar las luces porque el recibo está llegando muy caro cada mes. Dueño de una petrolera y durante años metido en ese negocio con flotas de barcos que transportan el crudo a lo largo del mundo. Con un parecido físico muy aproximado al del cantante y compatriota Demis Roussos -aquel que investido en una túnica cantaba con voz rasgada el clásico “Por siempre y para siempre”-, Marinakis está consiguiendo que su juguete maravilloso, el Nottingham Forest, se cuele y le rape algo de virtud y dinero a los todopoderosos en la Premier League.
Por eso el club es una especie de Robin Hood, un modesto que hoy le sonsacó desde los bosques de Sherwood el lugar a los ricos y millonarios -más que Marinakis, que eso no es poco- como los jeques del City y Newcastle y los grupos financieros que administran al Manchester United, Arsenal y tantos otros.
La pasó muy mal los últimos 20 minutos del encuentro con Liverpool, sin duda alguna: de no ser porque el portero belga Matz Sels se prodigó en voladas, los hombres de Arne Slot se hubieran llevado el triunfo sin muchos inconvenientes. Sin embargo, durante 60 minutos el poderosísimo red se vio a trancas y mochas para generar peligro. Nottingham Forest lo desconectó por completo y con un solo ataque a su favor, iba ganando 1-0. Hoy el Nottingham Forest, que ha tenido una vida muy tormentosa, es segundo en la tabla de uno de los campeonatos más difíciles del mundo y todo apunta a su poder defensivo para haber obtenido esta subienda que, confía, lo vuelva a clasificar a una copa europea de la que, además, tiene dos en su vitrina. Es de los pocos casos en los que un equipo de fútbol ganó más Champions League que ligas. Pasó con Brian Clough a finales de los años setenta, tiempo en el que alcanzó las dos consagraciones venciendo al Malmo sueco y al Hamburgo alemán con una base defensiva sólida -en la que destacó el internacional arquero Peter Shilton- y con el aporte de un extremo que fue gran figura: Trevor Francis.
El Forest perdió su camino y se quedó 23 años en las divisiones de ascenso. Con su regreso, un histórico pisó de nuevo los terrenos que siempre sintió que le pertenecían, sin embargo su debilidad de nómina frente a los demás adversarios lo empezó a condenar a esa eterna lucha de no perder su puesto en primera. Esta campaña no tuvo nombres ostentosos para el mercado de fichajes pero sí muy efectivos en cancha. El aporte principal ha venido en la defensa donde Sels -viejo conocido, ya lleva un par de temporadas allí- aparece cuando el recién llegado Milenkovic no puede con alguna labor. El serbio -figurón del equipo que llegó procedente de Fiorentina- ha sido una compañía ideal para el exCorinthians Murillo, muy afinado a la hora de resolver inconvenientes por cuenta de los ataques rivales, que ellos mismos se encargan de desactivar: son, después de Arsenal y empatados con el Liverpool, el club que menos tantos ha recibido en la temporada: 20.
Arriba resuelve con el inagotable Chris Wood y con un tridente que es picante: Elanga, Gibbs-White y Hudson Odoi. Cuentan con una gran virtud: la sapiencia a la hora de definir las llegadas que tienen. Como contra Liverpool.
Y el director de orquesta es Nuno Espiritu Santo, arquero en su juventud del Porto y selecciones juveniles portuguesas y que, desde esa visión que le dieron los tiempos de estar debajo de los 7,32 x 2,44, ha construido un equipo desde atrás y que cada día parece más y más sólido.
¿Le alcanzará la cuerda para llegar a Champions? Imposible saberlo. Lo único cierto es que, si es necesario, Evangelios Marinakis apagará las luces que estén encendidas de los demás rivales para poder volver a un torneo que sigue siendo suyo.
