Tadeo

Columna del periodista Julián Capera sobre anécdota con profesor universitario.

Julián Capera

Julián Capera, periodista

Foto: @juliancaperab

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20 de enero 2024 , 10:34 a. m.

“¿Cómo me tiene guardado en su celular?”

Pues por su nombre -le dije.

Mejor póngame un seudónimo.

Fue mi profesor en la universidad Jorge Tadeo Lozano, después mi amigo y mi fuente. Parece mentira que hoy ya no esté y su equipo de fútbol tampoco.

Nació en Barrancabermeja cuando el campeonato colombiano lo disputaban apenas catorce equipos y no había segunda división. Se ennovió con el fútbol gracias a los ecos de la radio que bajaban desde el Atlántico y cruzaban el departamento de Bolívar para contarle a ese niño del Magdalena Medio sobre el Junior de Verón, aquel que bordó la primera estrella en el escudo del ‘tiburón’.

Sin embargo, apenas cruzó la frontera de sus veinte, conoció al genuino amor de su vida. Uno cuya historia venía atada a las cigüeñas de bombeo de petróleo que adornaban sus recuerdos de infancia. Le vio nacer, gatear, caerse muchas veces y un día lograr el ascenso a primera división. Estuvo allí desde sus primeros pasos torpes en los que su lugar en el mundo parecía ser el último renglón de la tabla de posiciones de la ‘B’, hasta los días en los que ese humilde equipo de su región se quedó a escasos minutos de jugar, por primera vez en su historia, una final de liga en Colombia.

Fueron más de treinta años de un amor que en algún momento lo llevó a trabajar para el club, como su jefe de prensa. Después estuvo siempre cerca. Tan cerca como para tener información privilegiada que lo convertía en una muy buena fuente. Mi fuente. Su nombre era Jorge Luis Durán, pero en mi celular aparecía como ‘Tadeo’, porque él no quería que algún colega chismoso que se asomara a mi Whatsapp, supiera que me contaba a mí lo que les negaba a otros.

Estaba orgulloso del momento de su amado equipo. Sentía que el tiempo al fin premiaba a su pueblo con una digna representación futbolística y que lo mejor estaba por venir. Antes que el altavoz del cielo mencionara su nombre pudo ver a Alianza Petrolera lograr la mejor temporada de su historia (haciendo un gran cuadrangular en el primer semestre y clasificando por primera vez a un torneo internacional).

Y después, como en esos épicos amores de novela en los que no pueden vivir el uno sin el otro, se fueron casi al mismo tiempo. Mi amigo y colega murió el tres de enero por un cáncer que no nos dio tiempo de pagarle el último almuerzo que le debía (justamente por una victoria de su equipo sobre el mío). Dos semanas después, se anunció que Alianza dejaría de ser Petrolera y partiría de Barrancabermeja, apagando una tradición de más de tres décadas. Dejando atrás una hinchada que en muchos casos creció de la mano del equipo, y en otros tantos, aprendió a amarlo hasta el último día.

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