El aire corre distinto esta noche por el Cilindro. Y no es solo porque las tribunas vacías devuelven con violencia el eco de cada grito lanzado desde el campo. Es también porque en el cielo flota una declaración de guerra que parece un chiste. Una proclamación de aquellas que solo causan risa hasta que se terminan haciendo realidad.
Es David que esta vez ni siquiera trae cinco piedras, sino apenas una estrella. La única que tiene. Con ella le basta para desafiar al gigante de todas las coronas y las estrellas, que se presenta al día de la batalla con sus trofeos de Libertadores, Sudamericana e Intercontinental. Es David, que esta vez escucha más fuerte las burlas de sus compatriotas (tan incapaces cuando les tocó a ellos tratar de vestir el casco de bronce), que las mismas palabras de Goliat que –como siempre- no lo toma muy en serio.
Ya en el campo, donde cada quien recibe lo que merece y nadie puede escapar de su lugar, este David avanza tarareando un himno que reza: “Siempre adelante, ni un paso atrás...¡Siempre arrogantes, porque llevamos en nuestra sangre la libertad! Y es que, lo que a lo lejos, para sus compatriotas, lucía como mera altivez sin fundamento, era en realidad el convencimiento absoluto de que en el fútbol y la vida no solo juega la historia y no solo se pelea con las armas que saltan a la vista.
Sin mucho más que su fe, su orden y una honda invisible cargada de corazón, este David dio un golpe certero para hacer tambalear y caer al gigante. No solo resistió: bailó entre la presión, tejiendo con cuidado su plan para morder con decisión cuando el momento preciso llegara. Casi un salmo poético en la árida tierra del poder. Un canto de esperanza para los humildes, un verso nuevo en la historia de los olvidados, de los que alguna vez se sintieron pequeños.
Después de tumbarlo, David le cortó la cabeza a Goliat y se la llevó para Jerusalén. Porque ahora ya no solo tiene una estrella, también tiene la cabeza de un gigante para mostrar la próxima vez que el fútbol vuelva a enfrentarlo contra uno de ellos.