“Mi fracaso en el fútbol obedece a dos motivos. Primero, mi pierna derecha. Segundo, mi pierna izquierda”. Así definía su talento futbolístico Roberto Fontanarrosa cada vez que era interrogado sobre sus capacidades. El argentino, que supo ser un tipo tremendamente brillante no solamente por sus textos y sus caricaturas sino por esa capacidad de adivinar el futuro (es leer el cuento Fútbol y Ciencia de 1990 para saber que el hombre ya sabía que el VAR sería una realidad) de alguna manera también el puesto del arquero hoy, tan similar a los teléfonos celulares: los técnicos lloran y se sacan los ojos pensando en que lo que más necesitan es un arquero con técnica, que pueda salir jugando con los pies y que se convierta en el primer pase de su equipo; los vendedores de un celular de última generación envuelven al vendedor contándole que este nuevo dispositivo cuenta con tres cámaras que tienen el zoom más potente del mercado, que además puede dar el clima de 50 ciudades en el mundo al mismo tiempo, que es posible también traspasar archivos simplemente pegando teléfonos espalda con espalda para hacer la transferencia...
Nadie pregunta últimamente si el arquero de verdad ataja o si el teléfono recibe llamadas claras y que no se caigan, que se supone, son las condiciones iniciales para ocupar el cargo o para comunicarse con claridad. Ya parece que ambas características son parte del pasado. Prueba de eso es que con aparatos de alta tecnología es fácil ver cómo se anuncia en la pantalla un mensaje que dice “error en la llamada”, después de que uno lleve hablando un minuto en soledad y que, por poner dos ejemplos, Keylor Navas y Aaron Ramsdale no son tenidos en cuenta tanto en el PSG como en el Arsenal porque sus respectivos DT prefieren guardametas con mejor dominio de la pelota en sus pies. Punto.
Y visto lo visto, David Raya y Gianluigi Donnaruma tampoco han demostrado desmedida brillantez en el ítem que los condujo a ser titulares: Raya, frente al Bayern Munich, salió alocadamente para cortar una pelota que ya tenía bajo su control Gabriel Paulista. El portero azaró a su defensa que, sin saber bien que hacer porque no podía devolver la pelota hacia su portería, le dio un pésimo pase a Kiwior que la perdió y se generó un gol en contra marcado por Bayern Munich. Atajando tampoco tuvo muchas luces: se jugó dos horas antes de que Kane pateara un penal -el delantero inglés dijo que ya tenía muy estudiado ese punto débil de Raya-, es decir, ni con los pies, ni con las manos; Donnaruma, en la ida ante el Barcelona tuvo un error en un rechazo que dejó corto gracias a un manotazo desesperado, aprovechado por Rafinha y, después, nunca salió a cortar un centro que cabeceó Christensen para marcar el gol del triunfo catalán en el Parc Des Princes. Mal con las manos. ¿Y con los pies? Lanzó una pelota sin mucho criterio, luego de salir jugando, que le cayó al rival y que derivó en el 2-2 transitorio de Barcelona.
Tal vez en alguna columna cité lateralmente este hecho gracias a dos fallos gravísimos del arquero Consigli (Sassuolo) ante Napoli y en esa bendita obsesión de los entrenadores de jugar a lo Guardiola sin que haya el talento suficiente en sus futbolistas para conseguirlo.
Hasta Everton, equipo picapiedra si los hay, tuvo que pagar una cuenta cara cuando Jordan Pickford quiso con sus guayos, salir jugando hacia un compañero sin tener en cuenta que Cole Palmer veía DE FRENTE la jugada. El hábil futbolista del Chelsea no dejó al defensor tocar la bola y Pickford, salido de su portería, a lo líbero, vio como el balón pasó varios metros por encima de su cabeza después del globo que hizo el crack del Chelsea. Ni modo de preguntar cómo le fue al titular del arco con la selección inglesa en el encuentro en Londres: Everton perdió 6-0.
Y Arijanet Muric, meta del Burnley, ha estado en las mismas en los tiempos recientes: frente a Liverpool quiso tener el balón y rechazar largo, pero se dejó anticipar por un salto de Darwin Núñez.Claro, el taponazo pegó en la espalda del uruguayo y fue gol de Liverpool. Frente al Brighton todo fue llanto: sin presión, su compañero Berge le regresó la bola y Muric quiso dominarla pero se le pasó la pelota por debajo de la suela y resultó ser gol en contra. Más horrible no se podía.
Pero el mal no es aislado: Kobel contra el Atlético, Rossi ante Millonarios, Kallender, el arquero del Inter Miami, frente a Monterrey, Falcone, arquero de Lecce, que pifió ante Solari de Fiorentina o Juan David Valencia frente a Chicó también quedaron con gesto patibulario ante esa maldita exigencia de jugar al tiki taka antes de volar de palo a palo para detener taponazos con sus manos. Que jueguen con los pies, perfecto. Pero primero que atajen. También el error es de los entrenadores: no todos, llámese Muric o Consigli, pueden ser Ter Stegen con la pelota en sus pies.
Arqueros de Fontanarrosa
Opinión de Nicolás Samper sobre aciertos, errores y anécdotas de arqueros.