Angina

Opinión de Julián Capera sobre la eliminación de Santa Fe y Tolima de Copa Libertadores.

Julián Capera

Julián Capera, periodista

Foto: @juliancaperab

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28 de febrero 2025 , 01:37 p. m.

‘Estamos ante un caso de pluripatología’, dijo el médico resignado. ‘El paciente sufre de un montón de enfermedades’.


Y es verdad. No hay que ser un experto para ver que ese paciente mortecino es incapaz de levantarse de la cama, y los síntomas siguen empeorando. El fútbol colombiano está enfermo y no produce mucho más que lástima en el escenario continental.

Esta semana Independiente Santa Fe y Deportes Tolima fueron eliminados de la Copa Libertadores en la primera fase que disputaron (II), siendo superados por equipos con una modesta historia en el certamen y con plantillas más baratas que las de nuestros clubes. Como varias veces en los años anteriores, llegamos favoritos y nos vamos perdedores. Ese es el primer problema: la incapacidad de percibir nuestro estado actual.

Y es que han pasado ya casi dos décadas desde que un equipo inició su camino de Libertadores en fase previa (donde por obvias razones no están los toros más bravos) y logró llegar –al menos- a octavos de final (Santa Fe - 2006). La historia se repite. Tras los sorteos creemos que es cuestión de mero trámite. Que solo hay que presentarnos y la victoria llegará por añadidura. Al final, termina siendo todo lo contrario. Ahora son los rivales de otros países los que celebran cuando la suerte los pone frente a un equipo colombiano. Pasamos de intentar cruzar nuestra mirada con la de los equipos brasileros y argentinos, a no ser capaces de mirar a los ojos a casi ningún rival en el continente.

Al pasar al moribundo por los ‘rayos x’ de la estadística se ve fácilmente que el nuestro es un fútbol pobre, que genera menos dinero del que debería y además lo reparte mal. Creando un panorama favorable para el parasitismo que nos carcome por dentro.

Un contexto de absoluta comodidad para la mediocridad de aquellos a quienes no les interesa que el producto mejore porque reciben lo mismo por derechos de televisión que aquellos que tienen la intención (o al menos la obligación) de representar al país en las competencias internacionales.

Un fútbol incapaz de sostener sus figuras jóvenes por la constante premura de tapar huecos financieros que, muchas veces, empuja a aceptar casi que la primera oferta que venga por alguna de sus joyas. Liga vendedora, no competitiva.

Un club de amigos –los dirigentes- que en la mayoría de casos no entienden el juego y tampoco les preocupa. Al fin y al cabo, aquí no hay tercera división afiliada y ser el último de la ‘B’ no tiene ninguna consecuencia real.

Una liga con deficiencias técnicas de sus jugadores (a veces errores que parecen incorregibles en adultos que llevan años dedicándose a esto y que deberían traer solucionados desde sus etapas formativas) y una seria dificultad para mantener la concentración en la alta competencia.



Sin embargo, entre todos los padecimientos del fútbol colombiano la angina es quizá el más grave de todos. Una enfermedad que se produce cuando no hay suficiente irrigación sanguínea al músculo cardiaco. En otras palabras, nos falta sangre y tenemos el pecho helado.

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