Lorenzo, los adolescentes y el viejo Dacia

La debacle de Colombia en la Eliminatoria, y los problemas de dirección de Néstor Lorenzo.

Nicolás Samper, columnista invitado.

Foto: Archivo Particular

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26 de marzo 2025 , 03:05 a. m.

Germán Mejía Pinto es una verdadera autoridad a la hora de hablar de automovilismo. Sus transmisiones en los tiempos dorados de Juan Pablo Montoya compitiendo tanto en la Cart, como en la Fórmula 1 todavía erizan la piel. La vida alguna vez nos juntó en un programa radial y él, un señor con todas las letras, lleno de generosidad y enseñanzas cada vez que habla, siempre nos dejó muchas reflexiones sobre el deporte, pero también sobre la vida.

Una tarde de domingo nos pusimos a charlar sobre karts y, entre anécdota y anécdota, don Germán contó que para transportar estos mini bólidos al autódromo de Tocancipá con el fin de competir, usó en algún momento una camioneta Dacia de platón, que adquirió a buen precio. Y hay que recordar cómo eran esos carros: eran una especie de Renault 12 con algunos detalles de falsa modernidad, con un amplio pickup y doble cabina. Era un engendro estético que pagó caro también su mecánica más bien antigua y caduca, digna de los años 70, cuando el calendario transitaba los años 90.

Y luego de la doble jornada de Eliminatoria, pensé mucho en el buen Germán Mejía Pinto. Pero antes hay que recordar que las oportunidades en ocasiones pasan una sola vez en la vida. ¿Qué pasó con la versión de Néstor Lorenzo acertado y que, cuando hacía un mal planteamiento, estaba en la capacidad de saber corregir? Hoy el argentino parece estar debutando en el ignoto Melgar de Arequipa y de repente está sufriendo de un ataque de amnesia futbolística que lo tiene postrado y confundido en el mullido sillón técnico. Ante Brasil la formulación de modificaciones no pudo ser peor. O eso pensamos todos antes de ver el manejo del timón en la pesadilla vivida contra el buen equipo paraguayo.

En Brasilia el técnico hizo lo que había que hacer en Barranquilla y en Barranquilla el DT manejó la selección como tuvo que hacerlo el jueves en Brasilia. Ni idea en qué instante se le cambiaron las carpetas de preparación de cada partido porque el del martes debió manejarlo como lo hizo equivocadamente el jueves, que tuvo que manejarlo más cercano a lo que realizó ayer. Contra una Brasil errática y atembada, esperó a que los futbolistas tuvieran la lengua afuera, tan larga como la de Gene Simmons, por cuenta del cansancio y le dio por hacer cambios muy tarde: a los 76´por una coyuntura física (el golpe de Davinson contra Allison) y los otros en la agonía, a los 88 y a los 96. ¿No era mejor cuidar a los referentes y reemplazarlos más temprano frente a Brasil para que pudieran soportar mejor la carga física en el juego en casa?

Y en casa Lorenzo sacó a Arias -que para mí jugó bastante bien-, a James -que más allá de no haber brillado es garante de tenencia de pelota y de jerarquía- para incluir a Campaz -de desborde y no de pausa- y a ¡Yerry Mina! ¡Faltaba media hora para el final y quiso bajar la persiana más temprano de lo que requería la jugada! La conformación del banco y los cambios contra Brasil y el manejo tacaño del banco ante Paraguay (¿si tienes cinco cambios, por qué usas dos nada más? ¿No confías en aquellos que convocas?) deja a las claras que el mensaje del técnico en las dos últimas salidas -para no esculcar en otros juegos- es la cobardía y el temor profundo como declaración de principios. Y esas dos circunstancias nos dejaron fuera del Mundial de Qatar.

¿Y qué tiene que ver Germán Mejía Pinto en este asunto? Charlando con él, llegamos a los Dacia viejos que él compró para transportar sus karts. Yo, para armarle charla, porque siempre tiene un cuento listo bajo la manga, le dije:

-Bueno don Germán. ¿Y qué tal eran esos Dacia?

Germán respondió:

-Hombre Nicolás, si le soy sincero aquel Dacia me recuerda a ciertos adolescentes problemáticos...

Yo, sin entender mucho hacia dónde conducía Germán, repliqué:

-¿Cómo así? ¿Qué pueden tener el común los adolescentes problemáticos con un Dacia?

Con la sabiduría que lo ha hecho ser un gigante, don Germán contestó sin titubear:

-Que a ambos les falla la dirección. Y sin dirección, usted sí o sí, termina accidentado, fuera de la vía.

Hoy Néstor Lorenzo parece un Dacia viejo o un adolescente problemático. Le está fallando la dirección.

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