Tras una pretemporada llena de ilusión, Ferrari se llevó un golpe de realidad en el Gran Premio de Australia. El SF-25, con su renovada suspensión delantera, no estuvo a la altura y dejó a Charles Leclerc y Lewis Hamilton fuera de la pelea por los primeros puestos.
El monegasco cruzó la meta octavo, mientras el siete veces campeón del mundo solo pudo ser décimo.
Leclerc no ocultó su frustración tras la carrera. "Teníamos un ritmo similar a Mercedes. McLaren y Red Bull eran mucho más rápidos así que hay mucho trabajo que hacer", admitió.
A pesar de recuperarse de un trompo y adelantar a Hamilton en las últimas vueltas, su esfuerzo quedó opacado por una estrategia equivocada al mantener los neumáticos de seco cuando la lluvia ya era intensa.
Para Hamilton, la adaptación al nuevo monoplaza no fue sencilla. "Estoy contento por haber evitado accidentes. Iba al límite, todo es nuevo en este coche en lluvia y se comportaba muy diferente de lo que había vivido en el pasado", explicó el británico. Aunque sumó un punto, reconoció que el equipo se quedó corto en ritmo y en estrategia.
Ferrari apostó por mantener a sus pilotos con gomas de seco cuando la lluvia ya había complicado la pista. Hamilton recordó cómo estuvo cerca de soñar con más: "En el último sector todo el mundo se iba fuera, pero yo lo tenía controlado. Pensaba que lo podía conseguir, solo eran un par de vueltas. Pero luego empezó a llover mucho más al final", relató el piloto inglés.
Hamilton también habló sobre la adaptación con su nuevo ingeniero de carrera, Riccardo Adami, quien antes trabajó con Carlos Sainz: "Riccardo hizo un buen trabajo, aprendemos el uno del otro, lo hablaremos. No soy de los que le gusta tener mucha información en carrera a no ser que la necesite o la pida", comentó, pidiendo paciencia para mejorar la comunicación en el equipo.