La Champions y su día de definición llegaron, el momento más anhelado de la temporada del fútbol europeo, con la que se cierra un año lleno de dificultades desde todos los ámbitos del fútbol. El estadio Do Dragao será la parada final de dos trenes que llegan directamente desde Inglaterra. Partido de Premier, pero con toque europeo.
En ambas escuadras se destaca la calidad de los jugadores, su potencial y peso en la cancha, pero, asimismo, la inexperiencia en este tipo de juegos es uno de los principales factores dominantes. En ambos planteles, pocos son los que han estado cerca de pisar una cancha en final de Champions, mucho menos los que ya la levantaron. Los grandes jugadores se construyen en la cancha, en finales, sin embargo, tener chapa de campeón pesa.
Cuatro jugadores, dos por cada equipo, se pueden jactar de ya conocer el ambiente, la cancha y todo lo que representa una final de Champions League. Curiosamente, en Manchester City y Chelsea, hay un ganador y un subcampeón de esta competición.
Por la escuadra de Guardiola, quien tendrá su tercera final de Champions, está Scott Carson. El guardameta suplente que hizo historia hace unos días, hizo parte del plantel del Liverpool que hizo posible el milagro de Estambul, desde la banca, pero integró el titulo contra Milan.
Ilkay Gundogan estuvo en ese Dortmund que perdió la Champions contra Bayern, pero se robó el corazón del mundo fútbol.
Por los lados del Chelsea, que ya conoce qué es ser campeón de Europa, tiene jugadores curtidos en este aspecto. Kovacic hizo parte del Real Madrid que conquistó el tricampeonato al mando de Zidane, pese a no tener los minutos, en su sala tiene un amplio palmares.
Thiago Silva, que llegó esta temporada al Chelsea, quedó frustrado la final pasada de Champions al perderla como capitán del PSG contra el Bayern.
Este sábado será un ambiente distinto, pese a no tener una experiencia previa, los 22 que saltarán así sea por primera vez, tendrán su chance de hacer historia, solo uno se coronará y quedará para la historia, otro, como el segundo y la desdicha de ver a otro levantando la ‘orejona’.
