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No sé si a la hora que esta columna vea la luz ya esté caduca. Es un poco el precio de la rapidez con el que ocurren las cosas en Colombia pero de golpe al usted leer estas líneas Jorge Perdomo, presidente de la Dimayor lo hayan removido del cargo. O no.
Es que desde la tarde de este lunes la cosa venía cambiada para el hombre que conduce los destinos de la División Mayor del Fútbol Colombiano. Fuentes comentaron que varios presidentes de clubes harían mayoría para, en consenso, pedir su cabeza pero el entuerto parece aún más largo porque sería el costo de haberse enfrentado a Álvaro González Alzate, hombre fuerte de la Difútbol.
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El asunto comenzó con la petición de Perdomo a la Conmebol, y más específicamente a la Comisión de Gobernanza y Transparencia de la entidad y sus integrantes, así como a la Comisión Disciplinaria de la Federación Colombiana de Fútbol con el propósito de solicitar una apertura de investigación contra González basado en el artículo publicado en Semana del 3 de diciembre del 2017 titulado “¿Qué hace Álvaro González, presidente del fútbol aficionado, en la lista de coimas de la Conmebol?”. Perdomo argumenta que la aparición de González en una lista de auditoría hecha por ‘Ernst & Young’ a las cuentas de la Conmebol en el que el hombre de la Difútbol habría recibido pagos entre 50 y 150 mil dólares deja muchas preguntas ya que González justificó ese ingreso en entrevista a Semana diciendo que "hace mucho tiempo soy asesor y consultor de la Confederación y, en 2016, decidieron empezarme a pagar por mi trabajo. Suscribimos un contrato de 5.000 dólares mensuales por un año, en el que les ayudé en la coordinación de eventos, programas de capacitaciones, organización de torneos y logística. Desde hace mucho tiempo soy comisionado de seguridad de Estadio de la Fifa, y tengo mucha experiencia, que a decir verdad merecía ser remunerada”.
Perdomo sostiene en su misiva que González, en su condición de presidente de Difútbol y como segundo vicepresidente de la Fedefútbol, asociación miembro de la Conmebol, está impedido para esta función con la Conmebol porque “está impedido para o inhabilitado para contratar asesorías con el órgano rector, siendo su deber mantener total independencia con su connatural labor de control y no teniendo intereses privados o personales que le generen un conflicto de intereses” y alude al numeral 2 del artículo 19 del código de ética de la Conmebol, que hace hincapié en situaciones de este tipo.
Agrega en su comunicación Perdomo que si en el caso que esa figura tuviera validez “los pagos (de la asesoría) se realicen previo el informe de gestión, de lo cual tampoco existe evidencia” y pide que se solicite a los órganos competentes la existencia del contrato de asesoría de González, así como los informes de González previos y que serían requisito para los cobros de los honorarios a la Conmebol que se citan en el listado de Ernst & Young.
En otra carta, dirigida al presidente de la Fedefútbol Ramón Jesurún Franco, el presidente de la Dimayor le adjunta copia de la denuncia y le dice que “hasta tanto se produzcan los resultados que ameritan la gravedad de los hechos allí consignados, el suscrito presidente de la División Mayor del Fútbol Colombiano NO compartirá espacios con el señor Álvaro González Alzate”. La carta tiene fecha del 2 de mayo de este año y termina con la frase: “el fútbol debe ser administrado con transparencia y honestidad”.
Fue una jugada de Kamikaze la de Perdomo. Porque si lo sacan, dejará instalados muchos interrogantes que tendrán que resolver los implicados.
¿Por qué Perdomo, a sabiendas de todo, esperó tanto tiempo para plantear sus denuncias? ¿Cómo jugará sus cartas González?