En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de
terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística,
optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada
con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa
navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo
deshabilitarlas u obtener más información
aquí
La Tricolor bailó en un buen partido contra Polonia.Foto: Reuters
Por:
Jenny Gámez
25 de junio 2018, 07:17 p. m.
Tranquilidad. Pies bien apoyados en el piso. Calma. Así amanece este martes la Selección Colombia, que desde el pitazo mismo en el estadio Kazan Arena ha recordado que aún no se ha ganado nada, que este es el primer paso de un camino más largo y que, si el grupo se decidiera hoy, Colombia estaría por fuera de los octavos de final del Mundial de Rusia 2018.
“Es la realidad, tenemos que empezar a programar la mente para el partido con Senegal, que es otra final. Son ellos o somos nosotros otra vez y así hay que enfrentarlo”, advertía el mismísimo Falcao, minutos después de marcar su primer gol en un Mundial, nada menos.
Su socio en aquel feliz momento de la celebración, Juan Fernando Quintero, también tenía tiempo para recordar lo innegable: “Celebren con tranquilidad. Sabemos que hemos ganado un partido importante pero todavía nos falta mucho”, dijo.
“Creo que todos vamos para el mismo sitio, se logró este objetivo… Debemos seguir trabajando con humildad”, pedía a su turno Santiago Arias.
Hoy solo hay que mirar hacia adelante, desde una realidad incontestable: Senegal y Japón tienen un punto más que Colombia y por eso, este jueves, la presión de ganar en Samara para no tener que depender ni especular con resultados ajenos es vital.
No es tiempo, como pedía Dávinson Sánchez, para revanchas ni dudas.” ¿Revancha por qué? Yo solo hago mi trabajo, cada quien opina y yo intento responder a mis compañeros y a mi país, que se alegra por nuestros triunfos. Pero esto no termina aquí, viene una final”, decía el zaguero, que no mira ya para Saransk sino para Samara.
La felicidad de Kazán ahora es historia. Senegal, un rival exigente, demandante y que a esta hora tiene la ventaja, es el objetivo. Y no es para asustarse pero sí para recuperar el foco desde el optimismo de Mina, que tiene la receta para no fallar y avanzar a octavos: “¡vamos con papa y yuca!”.