Colombianos en el Exterior

¿Dos caras? ¿Más? James y sus bandazos, dagas contra su prestigio

El colombiano había decidido salir de Sao Paulo, pero pidió perdón y ahora buscaría revancha. 

James Rodríguez Foto: Tomado de Instagram @jamesrodriguez10


20 de febrero 2024, 09:15 p. m.
James Rodríguez, como en la ranchera, está que se va y se va y al final no se ha ido. Ni se irá. El colombiano anunció que dejaría Sao Paulo pero luego lo pensó mejor y decidió pedir perdón y quedarse. ¡Cuánto se habría ahorrado si solo se dedica a entrenar y luchar por una oportunidad, como cualquier mortal futbolista! Pero es él y lo último en sus planes es el camino que se espera. 
Para él la historia de los bandazos comenzó en Real Madrid con la salida de Carlo Ancelotti y la llegada de Rafa Benítez: se dice que no llegó a la pretemporada en Estados Unidos -aunque tenía permiso por un tema publicitario- y al español el fútbol del zurdo empezó a sobrarle, cuando no a molestarle, con lo cual lo fue aislando hasta reducirlo a ser un plan C.

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Parecía un alivio que lo despidieran solo seis meses después, pero el remedio fue peor que la enfermedad: con Zinedine Zidane el favorito era Isco y la inconformidad del francés con el poco sacrificio en marca del colombiano fue la cuota inicial del primer adiós al Madrid, que estuvo sazonado por las pataletas del jugador cuando lo cambiaban (el golpe al banquillo es inolvidable) y hasta la decisión del DT de mandarlo a la tribuna en la última final de Champions: se fue a Bayern Munich, cedido, en 2017.
Esa historia era de ensueño con Jupp Heynckes en el banquillo era la cita perfecta, la que el entonces director deportivo, Franz-Karl Rummenigge, anticipaba como una compra definitiva. Pero el veterano DT estaba ahí por encargo y cuando llegó Niko Kovac la dicha terminó, el juego y hasta el clima le empezaron a molestar, vinieron las lesiones y otro adiós, otro bandazo, el regreso a Real Madrid.
Aquí vale hacer un paréntesis porque, según contó él mismo en una entrevista, le pidió al Bayern no comprarlo porque ya tenía un acuerdo para ir al Atlético de Madrid, pero hubo una gira de preparación en Estados Unidos, una goleada 7-3 de los colchoneros a los merengues y una lesión grave de Asensio y así el negocio se dañó. Volvió a la casa blanca sabiendo que se iría pues con Zidane no tendría nunca ninguna opción.
Y apenas pudo se fue gratis a Everton, que ahora dirigía su querido Ancelotti, y de nuevo el destino le sonreía: se adaptó pronto, sus compañeros amaban la precisión de sus pases, de pelear descenso iban acercándose a pelear cupos europeos, pero otra vez vino el infortunio: el Madrid volvió a llamar al italiano, quien se fue corriendo y llegó... ¡Rafa Benítez!
Así describió James su encuentro con él en Twitch: “El primer día de pretemporada con Everton, Rafael Benitez me dijo: tú ya estás mayor, tienes 30 años, yo prefiero tener gente joven, con jerarquía y que corra, así que búscate club. Yo le dije al gerente que ‘en tres meses Rafa Benítez estaba fuera, yo algo de fútbol sé. Yo ya estuve con él y es jodido. A los tres meses fuera y estaban últimos”.
Era su Némesis. Tenía que irse pero no encontró ninguna opción mejor que Al-Rayyan de Catar, con el que firmó un millonario contrato de tres años en 2021, un error de principio a fin. Con Laurent Blanc apenas si se entendió pero después vino el chileno Nicolás Córdova y, aunque era su mismo idioma, se entendieron menos: pocas veces estuvo disponible, siempre lesionado, incluso expulsado. El DT casi celebró su salida a Olympiacos, según dicen en un acuerdo en el que habría tenido que pagar -versión no oficial- para poderse ir dos años antes del vencimiento de su contrato.
Y ahora, sin Míchel, otro DT que supo tenerle paciencia, habló maravillas de su talento y casi lo recuperó hasta para la Selección Colombia, llegó de manera interina el francés José Anigo y otra vez los problemas: versiones de prensa en Grecia sugirieron que el 10 habría reaccionado mal a la decisión del jefe de relevarlo en el clásico que perdió Olympiacos 2-0 en Liga contra Panathinaikos, y que por eso habría decidido finalizar su contrato a dos meses y medio del vencimiento. Otro bandazo más.
Pasó varios meses sin actividad y sin club hasta que apareció en el camino Sao Paulo. Aunque llegó hablando perfecto portugués, tuvo un recibimiento multitudinario y llenó de ilusión a uno de los clubes más grandes de Brasil, chocó primero con Dorival Jr (hoy seleccionador nacional de Brasil), para quien nunca tuvo fondo físico para ser titular indiscutible, y era un total desconcierto pues brillaba con Selección Colombia y volvía al club casi a recuperarse de esos esfuerzos. Llegó el joven Thiago Carpini y en vez de fluir, chocaron: el DT reveló que tenía una "lesión crónica" que "afecta su parte mental" y el zuro entendió que lo había crucificado y que ya no tendría opción: habló con la directiva y acordó que se iría. ¿Cuenta como bandazo? ¡Claro!
Sin embargo, el contrato no finalizó, al parecer por un desacuerdo y una deuda sin pagar (que rondaría los 2 millones de dólares) y entre una cosa y otra, una consulta de mercado y otra y una llamada a Néstor Lorenzo, según el periodista Javier Hernández Bonett, entendió que no era momento de volver a equivocarse, que sin club no había garantía de estar en Selección Colombia, su sitio seguro por excelencia, salvo el bandazo que tuvo con Reinaldo Rueda como DT.
Ya sabe cómo es y no quiere volver a pasar por eso. Así que antes de volver a ceder a la tentación e su ego pidió perdón y seguirá en Sao Paulo... con suerte. Al parecer ya tuvo suficiente e timonazos sin sentido que lo tienen donde está, dando palazos a su prestigio, cerrando puertas antes de abrirlas. Su país obraría el milagro de impedirlo una improvisación más. ¿Hasta cuándo? Nadie puede asegurarlo cuando se trata de James.
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