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Fue un show de Luis Fernando Díaz y una alegría para Liverpool, que venció 1-3 a Benfica en la ida de los cuartos de final de la Champions League, con un gran aporte suyo.
Díaz se reportó con asistencia y gol en un triunfo que puede verse fácil pero exigió a fondo a la plantilla de Klopp, uno de los más contentos con la noche del hombre en el que depositó su confianza y que ahora le da mucha calma para pensar en la revancha y en todo lo que viene.
En los primeros minutos todos los focos iban sobre la dupla Keita- Salah, que provocó dos peligrosas llegadas sobre el arco de Benfica, definiendo cada uno a la asistencia del otro, la más clara la del guineano, en un ataque que parecía muy recostado por la derecha.
Eso sí el gol, a los 17 minutos, llegará un tiro de esquina de Robertson por la otra punta, un centro que atacó Konaté, apareciendo sin marca por el medio del arco, con tanta libertad para el cabezazo que hasta la celebración le salió medio improvisada, sin ensayo.
La respuesta de Benfica, con Everton, llegó a los 22 en una excursión por derecha en la que se quedaba Alexander-Arnold para la marca.
Le negó el arquero Vlachodimos a Luis Díaz su gol en una tremenda asistencia que le daba Keita y el colombiano resolvía intentando un globo que no salió. Lástima. Y un susto dio Otamendi a los 32 cuando no conectó el cabezazo en un centro bueno que los sobró a todos los de amarillo, pero la realidad es que cada vez que Liverpool juntaba a sus talentos hacía un daño. Así como el del minuto 34, que era obra de un guajiro, ese que se lanzaba en el área para servirle de cabeza una pelota a Mané, quien solo tuvo que meter el puntazo para el 2-0. El senegalés ni celebraba a la espera del VAR, pero el colombiano... era conmovedora su sonrisa de niño, sus saltos y choque de manos, seguro como estaba de haber entrado en posición legal para apuntarse una bella asistencia.
Y entonces el error: Konaté pecaba después de su gol y le servía el descuento a Núñez, el que más puntos sumaba en la escala de meritocracia, para descontar apenas a los 48 y deja la cuenta 1-2, toda una prueba de carácter para el equipo de Klopp.
Porque la tribuna se metía de lleno y el asedio era la constante en el arco de Allison Becker, en llegadas masivas a las que les faltaba precisión, salvo la opción de Everton que le tapó su compatriota, un sustazo que sacudió todo. Y como ya no le gustaba el espectáculo a Klopp, vinieron tres cambios de un tirón: se fueron Salah, Mané y Thiago y llegaron Jota, Firmino y Henderson. No, al colombiano Díaz no lo tocaban... después de todo, si alguien sabía cómo lastimar al rival portugués era él, que hace solo tres meses lo enfrentaba en Portugal.
El efecto era inmediato: respiraban Becker y los suyos y lentamente se iba ladeando de nuevo el campo hacia Vlachodimos, mientras pedía Núñez un penalti de Van Dijk que no era y Jota empezaba a tener aproximaciones apareciendo por fuera, mientras Díaz iba al medio del área: ¿maniobra de distracción para zagueros portugueses? Tal vez sí, pero si Liverpool no ganaba en precisión la estrategia sería un desperdicio de esfuerzo.
Tenía Díaz el tercero pero no conectaba el gran servicio de Henderson y Becker ponía a prueba el corazón británico con un regate que, por fortuna, le salió, en el mano a mano con el atacante que paralizó hasta a sus compañeros.
Las últimas opciones hasta el pitazo serían de un Liverpool con más recursos pero que también acusaba cansancio. Todos menos Díaz, quien tenía una bala más en el tambor: a los 87 minutos apareció para tomar el pase profundo, abrirse para ganar espacio y rematar cruzado, muy en la suya, muy oportuno para darle a Liverpool y a Klopp la calma que quería para la revancha.
La historia terminaba con tres puntos en la bolsa y todo por decidirse en Anfield, el 13 de abril, suele no debería fallar. Díaz estuvo ahí, con gol y asistencia. Y al que pida más, ¡que le piquen caña!