A estas alturas lo saben todos: lo más difícil de tener a una estrella defendiendo tus colores no es pagarle sino mantenerlo feliz. Y esto último pasa por una larga lista de mimos que para unos es parte del show, pero para otros es sencillamente insostenible.
De Messi a Cristiano, de Neymar a Haaland, de Mbappé a todos los demás. Inevitablemente todos exigen un trato preferencial que no se firma pero se entiende, más cuando eres campeón mundial y jugador más caro del planeta, como es el caso del francés. A PSG le parece un daño colateral, pero a la Federación de Francia la situación le produce un enorme desgaste.
¿Por qué pelean la máxima estrella de la selección gala y sus jefes? Podrán maquillarlo pero, al final, todo es cuestión de plata.
La historia comienza con una incomodidad de la estrella: Mbappé dio una declaración a Le Journal Du Dimanche en las que se planteaba dejar la selección por falta de apoyo del presidente Noël Le Graet cuando falló el penalti decisivo de los octavos de final contra Suiza, en la última Eurocopa. Sí, ya pasó más de un año guardando rencor.
“Sentía que la Federación no le había defendido tras su penalti fallado y las críticas en las redes”, reconocía Le Graet en una entrevista, ante lo cual Mbappé respondió: “Le expliqué que era en relación con el racismo y NO con el penalti. Pero consideró que no había habido racismo...”. Se refiere a una denuncia que él mismo hizo en Le Parisien sobre insultos y calificativos de 'mono' de un sector de ultras franceses. Al final sintió que no lo protegieron (mimaron) lo suficiente.
Y entonces, en octubre, dijo que le había pedido una reunión a Le Graet, cuando el directivo dijo que fue él quien se acercó al jugador para darle ese trato preferencial que demandaba. Pero ya en el pasado mes de abril, al no considerarse suficientemente arropado, decidió no participar en una campaña de un patrocinador de la selección francesa asegurando, según su abogada Delphine Verheyden, que el muchacho quiere controlar todo lo relativo a los derechos de su imagen y eso no incluía a los contratos firmados por su país.
La duda saltó de inmediato: ¿le cobró a la Federación esa falta de cariño por la vía que más le duele, que son los millonarios contratos publicitarios, o más bien tuvo siempre en mente que la Federación se lucraba de su imagen sin pagarle y aprovechó la excusa de su molestia personal para obligar a que le paguen otro tipo de tarifas para posar en las fotos con la camiseta francesa?
Todo se sintió raro en esa puja, más cuando Le Graet se hartó del tema y, en charla con L'Equipe, le advirtió al atacante que podía quedarse sin cobrar el dinero que otorga la FIFA a las Federaciones si no aceptaba las condiciones de la selección francesa en conceptos de derechos de imagen. El tema, según ese diario, se discutió en una reunión formal el pasado 31 de mayo, entre representantes del jugador y de la Federación gala, de la cual no trascendieron detalles.
Lo cierto es que la molestia en Francia pasa ahora por la actitud del jugador con su propio país, al que consideró prioritario cuando anunció su permanencia hasta 2025 en el PSG. ¿Le importa la nación o el dinero? ¿La cuestión del tonito' puede hacer toda la diferencia.