Colombia venció 2-1 a Argentina por las Eliminatorias al Mundial 2026 en Barranquilla, bajo el intenso sol y la tremenda humedad que ya todos conocen en Suramérica. Lo que es desventaja para todos no es ventaja para nadie y así lo vieron los de Lorenzo, que se impusieron con talento y sacrificio y sí, usando a su favor al sol.
Desde los himnos era clara la molestia que generaba el brillo del sol y la altísima humedad, favorecida por una llovizna antes del pitazo. Pero era así para los 22, no solo para los argentinos.
En el inicio había tal respeto de Argentina por la temperatura que se limitaban los desplazamientos al mínimo, que no había balones profundos del visitante, a pesar de tener a Lautaro y Javier Álvarez, y eran más los pases de seguridad. Un par de errores facilitaron los acercamientos al área de Vargas, pero no había sombra de esa característica intensidad de los de Scaloni.
Para Colombia también el mensaje era de paciencia, de no sobre revolucionarse a pesar de la presión de la afición y de pasársela a James, cuyo sacrificio fue tremendo no solo para ir al medio por la pelota sino por aparecer con Durán en un intento de falso 9.
El primer sorbo de hidratación llegaría a los 25 minutos, justo después de la celebración de Mosquera. Pausa para un pequeño regaño a los centrales que durmieron ante el zaguero colombiano en el lado de Scaloni, consultas sobre su estado físico a Durán, Lucumí y el propio Mosquera en el de Lorenzo.
Un pequeño respiro
La temperatura fue cediendo y con ella fue apareciendo el toque, las sociedades de lado y lado, el talento. El primero que lo aprovechó fue Argentina, con el gol de Nico González que puso en problemas a Colombia, que pudo resolverlo en un error en defensa, un penalti sobre Muñoz que James cambió por gol.
En este punto el desgaste era total, el intenso calor del primer episodio empezó a dejar víctimas ilustres: De Paul, Paredes, Lisandro Martínez... Colombia, en cambio, mantenía en cancha a James a pesar de su inactividad y a Díaz y a Arias y a todas las figuras, que tampoco lucían enteros pero aguantaban ante su gente.
Los suplentes acercaron a Argentina al empate y atrás empezaron a notarse grietas que algo tarde corrigió Lorenzo. Al final todos acabaron derrumbados, pero los de amarillo con tres puntos en la bolsa, que no es poco.
Al final tenía razón Lorenzo en el temor que manifestaba por el intenso calor en Barranquilla: perdió pero no por culpa de la temperatura sino del talento de su rival. Lo bueno es que ya salió de ese problema. Colombia, en cambio, justificó una vez más una decisión de hace más de dos décadas de aprovechar el calor barranquillero como un arma sicológica contra sus oponentes, aunque al final el sol les pegue a todos.