No le tembló el pulso a Luis Manuel Seijas cuando, arrebatado y convencido, picó con clase el penalti al marrullero arquero Marcos Díaz, del Huracán argentino, para la explosión de la hinchada, en una noche inolvidable de exitación pura en el estadio El Campín.
Fue como un demoledor puñetazo en la cara, como preámbulo de la fiesta. Lo hizo en la serie definitiva, cuando en los corazones rojos saltaba la emoción extrema por la inminencia del título en la Copa Suramericana, tras la exitosa intervención de Robinson Zapata en el comienzo de la tanda.
Engorda sus arcas Santa Fe con su victoria y paga una deuda vieja a sus seguidores que, por años en zona de tolerancia a los malos resultados, esperaron inclaudicables el ascenso a la gloria.
Santa Fe ensayó a lo largo de su recorrido hacia el título, variedad de estilos, con frecuencia superlativa en su garra tradicional e histórica, la que es marca indeleble en su libreto.
Para los seguidores rojos, el mundo es hoy un paraíso. Como lo fue para Nacional en 1989 y el Once Caldas en 2004, en la obtención de la Copa Libertadores. Se han aglutinado los hinchas rojos, en afirmación sin límite, alrededor de la bandera, los colores y la camiseta, de un equipo que ha mantenido su excelencia en el panorama competitivo internacional, en los últimos torneos, con auténticas señales de identidad como sustento de sus ambiciones.
El equipo de la década, Santa Fe, e inscrito como uno de los mejores de la historia en el fútbol colombiano.
Fueron tantas las aproximaciones al título suramericano, tantos los coqueteos con el éxito, tantas las jornadas con despecho y sin consuelo, cuando la Copa se miraba lejana y quizás utópica.
Parece ser esta, la del título, la tormenta perfecta. El pensamiento obsesivo de jugadores, entrenadores y aficionados, se sobrepuso a la historia truculenta de acusaciones en juzgados que amenazó con empeñar la fiesta. Ya tendrán sus espacio para ser debatidas, en los lugares indicados.
La victoria sobre Huracán, con desbordes entusiastas por lo significativa, eleva a los altares a Santa Fe por encima de cualquier consideración maquiavélica que, con tácticas denigrantes de origen enfermizo, puso en jaque al club a lo largo de la historia.
Salió hace años Santa Fe de la montaña rusa institucional, cuando los dramas se asociaban en cada fecha, para hacerse acreedor a un aplauso sin reservas, por la forma ambiciosa en que sus planes deportivos y administrativos, han tenido desarrollo.
Esa es una demostración palpable de que el fútbol es un buen negocio, cuando en el confluyen, sin rodeos y con unidad de objetivos, los comprometidos en el proyecto.
En este torbellino pasional del titulo, Santa Fe se prepara para la 'post–guerra'. La salida de jugadores clave y la necesitada revolución de nómina, con materia prima indiscutible, para encarar los duelos internacionales que se avecinan.
Enhorabuena para los 'cardenales'. La historia les debía estos efervescentes momentos, los que el publico hará eternos.
Esteban Jaramillo Osorio
En Twitter: @estejaramillo
Especial para Futbolred

Esteban Jaramillo, columnista invitado.
Foto: Archivo ETCE