A diferencia de Gustavo Costas, acostumbrado a la vida farandulera, el estilo de Gerardo Pelusso innova, cala y se consolida en Santa Fe, por la seriedad que transmite.
Su charla es fluida, sencilla, sin rebusques en su exposición, destilando conocimientos, los que aplica en el campo, con especial aprobación. Sus mensajes son asimilados por los jugadores, comprometidos con su idea de juego e identificados con su pedagogía.
Al llegar, Pelusso le dio horma a su equipo, sin alta cirugía, sabiendo de la calidad de la nómina que dirige. Sin duda, la ha sabido gestionar al paso del calendario, rotación de por medio, con óptima preparación física y aporte significativo en la calidad de sus futbolistas, empeñado en superar la tarea de sus antecesores en el cargo.
En contraste, a Ricardo Lunari le cuesta encontrar su rol en Millonarios. También, por las imperfecciones en la nómina y las dudas frecuentes a la hora de alinear jugadores, no consigue darle firmeza a su proyecto. Sus ajustes no son soluciones y van en contravía de la opinión pública, exaltada por las posturas irregulares en el juego.
No ha logrado Lunari situarse por encima de la presión que asfixia, proveniente de la tribuna, y la enmascarada insatisfacción de algunos de sus dirigidos por la incomodidad de ser suplentes, o por no lograr en el campo la ideal evolución de su rendimiento.
En Pelusso los mensajes son convincentes. En Lunari, confusos.
Las declaraciones del argentino (Lunari), en ocasiones, son hilarantes. Parece de paseo por las nubes, con algunas de sus frases que, por lo inapropiadas, son típicas. Eso de hacer paralelos entre Messi, Mayer e Insúa, es un disparate, al igual que decir que en sucesión de empates se suma, como si triunfar no fuera imperativo en un equipo con la historia, del que él dirige.
Aunque es prematuro evaluar en los balances deportivos, la cuesta se empina para él, al que se le reducen sus márgenes de confianza, porque la crítica dominante en medios y redes es despiadada y, en casos, destructiva. Debe Lunari desactivar su orgullo y convencerse de que ya no es futbolista.
Esteban Jaramillo Osorio
Especial para Futbolred

Esteban Jaramillo, columnista invitado.
Foto: Archivo ETCE