Luis Bedoya se vio cauteloso, sereno y seguro en la rueda de prensa explicativa sobre la participación de Colombia en el entramado de corrupción que sacude los cimientos de la FIFA, que ha llevado a una explosiva y sorprendente renuncia a Joseph Blatter.
Reunión plural de medios, programada con desconfianza, sujeta a tres o cuatro preguntas, para evitar los procedimientos investigativos del periodismo que busca la verdad.
No se trataba de montar un pelotón de fusilamiento o convertir el lugar en un estrado judicial, para escuchar, juzgar y condenar. La cautela del vocero de la Federación Colombiana de Fútbol contrastó con el entusiasmo mediático.
No se le vio despelucado, ni descompuesto, proclamando su honestidad. En un comunicado hecho público la semana anterior, en el fragor de las sindicaciones por las averías morales del fútbol y sus promotores, abuelos ellos en deshonra por incursionar en el entretejido criminal que hoy deja perplejo al mundo de la pelota; la Federación había anunciado que sus cuentas siempre fueron publicas, de conocimiento general y trasparentes, algo carente de veracidad.
Los números del organismo son un misterio para todo el mundo, al igual que la generalidad de negocios que desde su sede se adelantan, sin que ello signifique que estén preñados de truculencias.
Difícil de explicar resulta que, corrompida la Fifa como se denuncia, y enlodada la Conmebol y sus más visibles dirigentes; los nuestros no se percataran del hedor nauseabundo que de estas entidades se desprendía. ¿Acaso cómplices por solidaridad e indiferencia?
Equivale al elefante que entró al Palacio de Nariño, sin que Ernesto Samper, presidente de la época, se percatara.
La investigación de patrimonios personales y el rastreo de capitales, tanto en Colombia como en el exterior, además de las confesiones de dirigentes acorralados por la ley, serán la piedra angular de la investigación, para demostrar el grado de responsabilidad de los señalados y los sindicados, en este juego de corrupción masiva, con pugnas políticas, liderado por un directivo despistado, provocador y autoritario, con pies de barro.
Entre tanto, el tema solo pasara por conjeturas y acusaciones temerarias, sin comprobación.
Esteban Jaramillo Osorio
Especial para Futbolred.com
Esteban Jaramillo, columnista invitado.
Foto: Archivo ETCE
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