Valientes o llorones

En el juego entre Deportivo Cali y Boca Juniors hubo patadas, seguro, pero de parte y parte.

Esteban Jaramillo, columnista invitado.

Esteban Jaramillo, columnista invitado.

Foto: Archivo ETCE

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26 de febrero 2016 , 06:40 a. m.

Hablan, los argentinos de Boca, del show de patadas del Deportivo Cali. Se convierten en víctimas para justificar un empate que pensaron sería una saludable victoria, frente a un rival al que rebasan en presupuesto y favoritismo.

Malos perdedores siempre, preparan, de esta manera, el duelo de vuelta como les gusta: convertido en una guerra.

Patadas hubo, seguro, pero de parte y parte. Pegó Mera y mereció un castigo severo, al igual que Tévez que también agredió a mansalva. El catálogo de infracciones repetidas para quitarle ritmo al partido, se aprendió de ellos mismos, los argentinos, tan aplicados en aquello de fingir y golpear.

El árbitro es víctima preferencial de los dardos críticos. Se incluye un penalti, al final del partido, no sancionado.
¿Acción involuntaria? Seguro que la reacción hubiera sido otra en el caso de que, como es común, el juez les hubiera favorecido. Los ricos también lloran.

Siempre se ha dicho que en el fútbol cualquier método lícito es fiable. Estos prevalecen como modas, mientras se den los triunfos repetidos.

Enfrentaron sus partidos de Copa, con libretos distintos, Nacional y el Deportivo Cali con resultados y funcionamiento que despiertan optimismo.

Jugó con velocidad el verde antioqueño, con base en el rendimiento colectivo, largo, profundo, aprovechando las franjas generosas que encontró en el camino, frente a un adversario carente de recursos.

Aquella noche el artista fue Marlos Moreno, desequilibrante, inquieto, insistente en la búsqueda del gol, como conductor con calidad.

El ritmo aplicado, con ordenamiento de líneas a través de la pelota, abrió boquetes en la defensa de Huracán e hizo poderoso a Nacional con juego arrollador. El espectáculo fue valorado por la facilidad con que dominó el campo, el trámite y el resultado.

El Cali eligió otro camino, el del esfuerzo continuado, sin complejos, conducido por chicos osados, con alardes de madurez que no se amilanaron frente a la prepotencia de sus oponentes. No ganó la camiseta, ni intimidó la historia, como se esperaba.

Cali prefirió el repliegue ordenado, con aceleraciones repentinas, en un ejercicio valorado por los hinchas, delirantes desde la festiva tribuna, a pesar de las dudas en el área, para resolver las jugadas frente al gol.

Al final dos “túneles deliciosos” y su liderazgo, fueron la razón para ensalzar a Gago como el jugador destacado, en amañado concepto que desdeña de la influencia que Roa, Borré, Banguero y Lozano tuvieron en el partido.

Respecto a la violencia y el lloriqueo de los periodistas, resulta contradictorio que al término del compromiso tanto Gago como Tévez le hayan restado importancia, argumentando que “así se juega la Copa Libertadores”.

Algo va de Huracán a Boca. Por ello se valora por igual el triunfo de Nacional y el empate del Cali. Ambos jugaron sin complejos.

Esteban Jaramillo Osorio
Especial para Futbolred
En Twitter: @estejaramillo

Esteban Jaramillo, columnista invitado.

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Foto: Archivo ETCE

Redacción Futbolred
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