Dos entrenadores, que yo recuerde en Colombia, pusieron alguna vez ultimátum frente a los devaneos de un futbolista: el primero fue Santiago Escobar, que en aquellos años andaba llevando por buen camino al Once Caldas. Para aquellos años una de las estrellas del Once era Dayro Moreno que, siendo talentoso, supo también caminar por los terrenos de la noche y, cuenta el cuento, Dayro le marcó un gol clave a Argentina en El Campín para que Colombia venciera 2-1 un duelo de esos que no se ganan siempre. Aquel grito de gol que apuntaló -temporalmente, claro está- el sueño de ir al Mundial de Sudáfrica fue el causante de la grieta entre el Sachi y el atacante.
Los rumores de la época hablaron de un Dayro fiestero tras su hazaña y un DT caldista enfurecido por cuenta de la insurrección de uno de sus hombres claves. Por eso, ante la tardía llegada de Moreno y los rumores, Escobar -un tipo de una seriedad y profesionalismo a toda prueba- les dijo a la dirigencia que escogieran entre él y Dayro. El final, a poco de empezar los cuadrangulares finales, fue previsible: a Sachi le tocó hacer maletas e irse con sus pertenencias, pero también con las valijas llenas de dignidad.
El segundo fue Jorge Luis Pinto -que paradójicamente era el técnico de Dayro Moreno en la Selección Colombia que le ganó a los argentinos en 2007-, que no tuvo reparos en decirle a la dirigencia del Cali que si Luis Sandoval, el ‘Chino’, llegaba como refuerzo, él dejaba su cargo. Casi que a manera de afrenta, el Cali anunció al otro día el arribo de Sandoval a una plantilla carente de goles y angustiada por la inminencia del descenso en su espalda. Entonces Pinto se fue y el ‘Chino’ empezó a hacer su trabajo, es decir, goles, pero de repente le dio por irse de allá, de repente y arreglar con el DIM para buscar un lugar en ese sitio. Dejó al Cali botado, sin posibilidad de recuperarse y al final, antes de Medellín, salió a disfrutar la segunda división poniéndose la camiseta del Real Cartagena, para seguir contando con ritmo futbolístico y así, después de esta pequeña pasantía, aterrizar para ponerse la camiseta del Poderoso. Y al final la vida le dio la razón al siempre viejo zorro de Pinto: en Cali salió en medio del conflicto y en Cartagena le rescindieron el contrato por alargar una fiesta más de lo debido.
Pero bastante agua ha corrido antes de todo este estropicio que el mismo ‘Chino’ ha provocado con su última salida en falso. En Junior fue lo mismo, con insultos a policías al ser requerido en un control policial, lo que determinó que terminara en un calabozo; o cuando Leonel Álvarez, ya hastiado de tanta noche, separó al futbolista por razones similares en tiempos que vistió la camiseta de Águilas Doradas; o aquella vez que en la playa también se puso pesado en medio de la algarabía y el ruido de esa parranda que tanto le gusta pero que tan mal le cae…
En cada uno de estos escenarios hay un acompañante recurrente: el trago. Ahí es el lugar del que Sandoval no ha podido salir y aunque necesita evidentemente una ayuda gigante para dar esa pelea, también él debe sentarse, mirarse al espejo y pensar que es cierto que en la vida las oportunidades son como los trenes, que siempre van a pasar por la estación a las 5 de la tarde. Lo que Sandoval debe contemplar es que en algún momento él no va a tener tiquete o de repente no va a poder llegar a la estación, así sepa que a las 5 siempre pasan los vagones que ya no lo esperarán. Ya su silla será ocupada por otro pasajero.
Y el fútbol es corto. Solamente de él depende.